En Grimauld place

258 26 2
                                    


En la mansión de los Malfoy, Draco aguardaba casi agazapado desde un rincón y su madre, abrazándolo, no dejaba de seguir con la mirada a Voldemort que se paseaba de un lado al otro con impaciencia, al tiempo que Nagini lo seguía. Ambos emitían susurros y siseos, lo que les hacía comprender a madre e hijo que aquellos dos sostenían una extraña conversación en Pársel. Mas de pronto, aquel vestíbulo enorme, lúgubre y grisáceo, se llenó con múltiples figuras etéreas que cada vez fueron adquiriendo más nitidez. Voldemort y Nagini se detuvieron en seco, llevando su atención a los recién llegados que inmediatamente se quitaron las máscaras y bajaron las cabezas en señal de sumisión. Voldemort miraba entre ellos con avidez y las facciones del rostro cada vez más decepcionadas y furiosas.

—¿Dónde está? ¿Lograron encontrarlo?

—Fue imposible, señor —respondió Snape con voz solemne, alzando la mirada y posándola con estoicismo sobre el señor oscuro. Dando un paso al frente. Detrás de él sus compañeros no dejaban de temblar y mirar al piso.

—Lo dejaste escapar, Snape —bramó Voldemort con voz furibunda.

—No, señor...

—Dejaste que se fuera —reprochó con voz sedosa el mago tenebroso y posteriormente, movido por la rabia y la frustración que sentía, se dispuso a castigar a Snape, pero no lo hizo con un Cruciatos, sabía que alguien como él sufriría mucho más si se le lastimaba el orgullo—. Claro, si no pudiste siquiera retener a tu mujercita, mucho menos ibas a capturar al elegido, ¿no es así?

Snape sintió sus mejillas arder por la ira al escuchar aquellas palabras tan humillantes y todavía más al escuchar las risitas burlonas a su alrededor, en especial la de Roger Carter a quién deseaba destripar vivo.

—¡Señor! —exclamó Snape intentando contenerse, usando toda la fuerza de voluntad que tenía.

Voldemort abrió mucho los ojos como esperando que se rebelara pero Snape, si bien no lo hizo, tampoco se dejó amedrentar, siguió la conversación guiándola hacia otro terreno.

—Potter no se encontraba ya en casa de los Weasley, hice revisar todos los rincones y no había ni rastros de él.

—¿Y qué tal los otros chicos? —inquirió Voldemort—. La chica sangre sucia y el pelirrojo.

—Tampoco estaban, señor —respondió Snape.

—El pelirrojo sí —terció Roger Carter, contento de poder rebatir a Snape (que lo fulminó con la mirada) y tomar relevancia en la reunión—. Su padre, Arthur Weasley me mostró al chico recostado en su cama. Tenía Espartergroit. Estaba horrible, así que salí huyendo de esa buhardilla

Snape enarcó una ceja, estaba seguro de lo que había visto. Los chicos habían huido de la fiesta y no solo eso, Emily también lo había hecho, afortunadamente al parecer fue el único en atisbar ese hecho. Estaba preocupado ¿Cómo podría haber estado Ronald Weasley en su habitación entonces? Sólo podía tratarse de una astuta estratagema y otra interrogante imperó en su cabeza ¿Adónde iría a parar Emily junto a esos chicos?

—Así que solo anda con la chica —dedujo Voldemort pensativo.

—De todos modos Pius, como infiltrado en el departamento de transporte mágico, recibió hace unos minutos un reporte de actividad mágica en Tottenham Court Road. Es posible que Potter se haya aparecido por allá —dijo Yaxley.

—Pero si ya es mayor de edad ¿cómo es posible que lo hayan detectado? —preguntó Voldemort intrigado.

—En realidad, el rastreador de actividad mágica únicamente registró la actividad en sí y el punto de ubicación, desconocemos si se trata de Potter, de otro mago o de otra bruja, pero dado a que está estrictamente prohibido por el ministerio de magia aparecerse o desaparecerse en esa zona debido a la alta concurrencia de muggles, podría tratarse del chico al huir de la fiesta. Dadas estas circunstancias sugiero que sería mejor investigar —respondió Pius Thicknesse que sostenía un extraño mapa en la mano derecha y que a ratos parpadeaba.

El Pocionista y la CantanteWhere stories live. Discover now