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Estacioné la moto .

- sigue me.

Se quedó parada, viéndome.

- una vez más no te haré daño.- solo podía verle el mentón y su cabello. La sudadera la cubría bastante.

Al fin , me siguió, la conduje hasta mi estudio.

Encendí las velas.

- ¿ quieres tomar una ducha?- le pregunté.

Continuó sin responder .

- bien. Tienes que hablar. No puedes estar así toda la noche.

- tengo hambre. - dijo con voz tímida.

Reprimí una sonrisa. Al fin había hablado y por fin me podría ocupar de una de mis hijos.

- el baño está disponible para ti. Iré a traerte algo para que comas.- la rodee para salir.- no te vayas.

Casi le supliqué.

Fui al Bordeline y le compré unos tacos . extrañamente me recordaban algo.... Lástima, no sabía a qué.

Cuando regresé, Eider se había quedado dormida en mi cama. Vestida con un pantalón de chándal mio y una camiseta , su cabello rojo , estaba húmedo. Claramente se había duchado.

No quería despertarla pero tampoco quería que se quedara con hambre.

La moví

Se despertó asustada.

- tranquila. - le dije.- quieres cenar?

Fui a la cocina, me senté en un taburete enfrente de ella.

La observé mientras cenaba con tanta desesperación. Mi pecho dolió. Parecía que no comía bien.

Comencé a ponerle más atención. En efecto , era muy parecida a Nora... Estaba desnutrida al parecer.

Y entonces me di cuenta de los moretones que tenía en sus brazos.

- ¿ quién te hizo esto?- pregunté enojado.

- las personas allí a fuera son bastante agresivas y más si eres una débil mujer ...- dijo tristemente.

– tú no eres débil. – casi gruñí. Se espantó .– No. Lo siento. Tengo mucho que enseñarte pero no hoy, ¿ de acuerdo?.

– no sé por qué lo haces pero gracias – dijo antes de irse a la cama.

Si tan sólo supieras que eres mi hija....

Horas más tarde , estaba profundamente dormida. Me quedé sentado en el sillón de la sala, pensando.

Tengo que acercarme a Nora... Ella es mía.

Se escuchaba la voz de Eider , me levanté. Antes de abrir la puerta comenzó a gritar.

– ¡No! Déjenme! , ya basta...– chillaba.

– Eider... – traté de despertarla. Manoteó.

Se despertó exaltada.

Me miró y sus lágrimas se desbordaron.

– tranquila – me senté a su lado para abrazarla. Temblaba de miedo .– todo está bien. Ahora estoy aquí, no dejaré que te hagan daño.

Suspiraba.

– ¿ qué soñabas?– pregunté.

Su cabeza reposaba en mi pecho.

– son ... Esos malditos seres con alas que no me dejan.– me quedé helado.

Finale (Parte II)Where stories live. Discover now