Brooklyn:

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Llegué a casa de mis padres por la mañana. Me estaba volviendo loca en el infierno, después de que  escapó nuevamente la hechicería diabólica; Dorian estaba bastante ocupado. Daimon lloraba demasiado y tenía problemas de conducta.

Mi madre me recibió contenta y lo primero que hizo fue quitarme a Daimon de los brazos y cargarlo.

– ¿ cómo va todo?– le pregunté viendo como mimaba a mi hijo.

– tu abuela ha regresado y hay una chica que dice estar embarazada de Abner.– informó.

– quiero ver a la abuela. – y de pronto adopté una expresión sorprendida – ¿ embarazada!? Una humana!? ¡Pero qué estaba pensando Abner!.

Mi mamá estuvo a punto de contestar cuando escuché la voz de Dominick.

– no te sorprendas tanto hermanita – me dio un beso en el cabello. – tú has tenido el hijo de un demonio.

Me cerró el ojo y se marchó.

– Dominick tiene razón... No soy la más indicada de echarle los cables .– admití en un suspiro mirando a mi pequeño.

Tenía el cabello castaño oscuro, rizado. Sus ojos eran una combinación de gris y verde, no lograba identificarlos bien. Tiene unas largas pestañas; supongo que las heredó de mi padre. Y un carácter que le hace honor a su procedencia : del demonio!

– Eider me dijo que tendríamos un nuevo hermano. – dije mirando su estado físico. – al principió no le creí, ya veo que es verdad .

– lo dices con el mismo entusiasmo que tu abuela al verme – dijo en tono triste.

La abuela siempre le recriminaba a papá los embarazos de mi madre. No entendía por qué.

– ¡ no! No me mal entiendas. Estoy contenta de ello. Lamento haber sonado así, es sólo que Daimon se ha estado portando... Raro.

– yo lo veo normal – le plantó un beso en la mejilla.

– está muy rebelde y eso que no ha entrado ni siquiera en la pubertad. – resoplé.

Lo bajó para que caminara.

– ¿ qué dice Dorian?

– está bastante ocupado con la fuga de hechicería diabólica. No es un mal padre, sólo no ha estado prestando mucha atención últimamente. Él y satán trabajan en ello.

Un olor a quemado me llegó y rápidamente busqué a Daimon con la mirada.

Con sus poderes estaba prendiéndole fuego a una camisa de papá que posaba en el sofá.

Corrí para detenerlo.

– ¡ Daimon! – le grité. Apagué el fuego. – mira lo que has hecho... ¿ qué te he dicho de la precaución?.

– no seas injusta con él, Brooklyn – dijo mi mamá abrazándolo y mimándolo. – es muy pequeño para saber la gravedad de lo que hace.

 – es muy pequeño para saber la gravedad de lo que hace

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Finale (Parte II)Where stories live. Discover now