Nora:

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No había sabido nada de Patch en una semana y me estaba volviendo loca. Quizá... Me abandonó.

No! Claro que no. Él jamás haría eso, pero entonces ¿ qué podía ser?

Salí al jardín con mi bebé en los brazos. Me encantaba sacarlo y mirarle sus hermosos ojos azules, resplandecían en medio de todo.

Escuché los neumáticos en movimiento sobre la grava. Por un momento pensé que sería Patch, pero en su lugar fue Israel quien bajó de una camioneta café.

– ¿ qué haces aquí? – le pregunté.

– he estado fuera de coldwater todo este tiempo. – dijo acercándose – recientemente regresé y un amigo me ha dicho todo lo que te ha pasado.

– claro. Casualmente regresas cuando Patch desaparece – y entonces una idea me surgió – ¿ sabes en dónde está? ¿ él te mandó? – pregunté ansiosa.

Pero luego de haber hecho la última pregunta la descarte.  Patch no apreciaba nada a Israel.

– acabo de llegar Nora. No sé en dónde está.– miró mis brazos que estaban cargando un bulto envuelto en una manta amarilla.

– lamento mucho la muerte de tu otro hijo. – señaló mis brazos con la barbilla – ¿ cuál es su nombre?

No supe que responder. No había pensado en eso. Era idéntico a Damián y Patch me dijo que era él. ¿ qué nombre debía llevar? Damián u otro?. Me rendí.

– no lo sé aún – admití.

– ¿ puedo cargarlo?

No le ví nada malo a que lo hiciera. total Patch no estaba, y si me estaba observando mejor. Tal vez así decidiría salir.

Se lo entregué con cuidado.

– es muy hermoso – dijo admirándolo.

Lo cargaba con delicadeza.

– ¿ qué pasó con Patch?

Suspiré.

– es difícil de explicar. Sólo te diré que fui muy cruel

Me miró de inmediato y noté algo de esperanza en sus ojos.

– ¿ terminaste con él?

– no. Jamás voy a terminar con él. – me sentí nostálgica. – mi amor por Patch va más allá de la muerte.

Nos quedamos en silencio.

Yo perdida en mis pensamientos.

– es un auténtico ángel – dijo Israel sacándome de ellos.

– ¿ qué? – pregunté pérdida.

– no sabes cómo desearía compartir este momento más que como amigos contigo. – su voz sonaba triste.

Mi corazón se oprimió.

Daimon salió y fue directamente a Israel. Lo abracé para evitarlo.

– ¿ y éste niño tan simpático? – le tocó la mejilla. Y lo quemó.

Quitó la mano de inmediato.

Lo bueno que yo no le estaba tocando la piel. Sólo notaba el intenso calor debajo de su ropa.

Volvió a tocarlo.

– por dios... Nora, éste niño está ardiendo. Debemos llevarlo rápido al hospital.

– no es necesario. – dije.

– pero su...

– es hijo de mi hija, Brooklyn. – le expliqué.
– y esto es normal de él.

Finale (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora