Capítulo 3.

165K 21.3K 19.2K
                                    

Suga no lo podía creer, jamás había vivido una humillación y sometimiento de tal grado. ¡Ah, estaba harto de esa situación! Los ricos siempre le parecieron tontos, sin gracia, con serios problemas existenciales y sin nada más que destacar, pero este joven de cabello rosa pastel tenía demasiadas cosas para dar de qué hablar, sobre todo por su habilidad de persuadir y confundir. Jimin sabía manipular de maneras incomprensibles para cualquiera, incluso ahora, mientras avanzaban por la solitaria y poco iluminada calle, no dejaba de preguntarse en qué momento había bajado tanto la guardia como para que se dieran vuelta los papeles así.

—¿Aún le duele la pierna, hyung?

—Ya no —respondió seco.

—Entonces camine. ¿O quiere que lo obligue? —insinuó, soltando una risita e hizo sonar el seguro del arma.

—Hijo de...

—No hable —le interrumpió—. Yo estoy a cargo ahora.

Jimin había conseguido, después de todo y bajo amenaza, ser llevado a la guarida del "Dragón Dorado". Su pasado era desconocido aún para Suga, pero su sed de sangre se podía sentir hasta en la fibra más profunda de la piel. Supo notarlo, ese chico no era nada común y debía averiguar qué había detrás de aquellos ávidos deseos de unirse a una organización que claramente enemistaba con su apellido. Además, no era algo tan sencillo ser parte, no era una clase de yoga por la que puedes pagar por entrar y dejar de ir cuando ya no te apetece.

—Oh, sí que se ve feo el lugar...

—¿Lo ves? Y se pondrá peor, niñito —le advirtió—. Si no quieres salir lastimado te recomiendo que te detengas aquí.

Suga pudo notar que los pasos de Jimin dejaban de sonar, por lo que se detuvo casi al mismo tiempo que él, dándose la vuelta para observar esos inquietantes ojos ajenos; este parecía estar concentrado en sus pensamientos, paseando su mirada por alrededor con una expresión imperturbable. Se mantuvo así durante unos segundos, así que Suga pensó que tal vez se había arrepentido y que al fin acabaría su calvario, pero una amplia sonrisa en el rostro ajeno nubló cualquier idea en su mente.

—Por aquí es genial —dijo sin titubear.

Suga se mantuvo unos segundos en silencio, viendo cómo aquellos ojos se cerraban por su sonrisa. Era peculiar, ¿acaso no dejaba de ver cuando lo hacía? Si sus párpados se sellaban automáticamente al sonreír, cualquiera podría aprovechar esos segundos para atacarlo, dejaba expuestos todos sus puntos débiles para un enemigo.

«Mierda...», pensó. A pesar de ser esa una oportunidad de oro, su simple presencia le dejaba bien en claro que, si se acercaba con intenciones hostiles, sería hombre muerto.

Pensó en lo tierno e ingenuo que se veía ese mocoso, fácilmente podría engañar a quien fuera con su actitud inocente. Sin embargo, el ruido del arma siendo sacudida lo despistó, Jimin estaba indicándole el camino a seguir. Chasqueó su lengua, preguntándose en lo más profundo de su ser cuál fue su error, no podía creer que estaba siendo controlado por un niñito de mamá, menor que él, con cara y voz de bebé.

—Suga hyung... —habló con un tono dulce—. Imagino que con tanta reputación debe tener muchas chicas detrás de usted.

—¿Qué mierda...? —murmuró, solo escuchaba incoherencias saliendo de la boca de ese mocoso—. Vamos, apúrate.

Jimin soltó un suspiro de derrota, abultando sus labios en señal de disgusto. Comenzó a avanzar detrás de Suga, siguiéndole el paso, pero apuntándole ante cualquier intento de rebeldía. En verdad estaba emocionado con la idea de conocer a los miembros del Dragón Dorado, aunque ya se había informado mucho por su cuenta.

Pinky Hair Boy - YoonMin [+18] EN FÍSICO DISPONIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora