Capítulo 61.

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Su vista se estaba nublando, se sentía muy mareado y confundido; su angustia hacía doler de la peor manera su corazón, ni siquiera podía tragar saliva, solo podía oír en su cabeza la incesante repetición del pedido de Jimin. "Date la vuelta", había dicho. Esa forma y tono tan despectivos, llenos de rencor, lo pudo notar en su mirada. Él, la persona más preciada que en su mundo, lo odiaba. No puso ninguna objeción a lo que el joven de cabello rosa pastel pidió, se dio la vuelta lentamente, ya que el lado derecho de su torso dolía debido al fuerte golpe que había recibido por parte de Yuna en el momento en que ella decidió capturarlo. Soltó un leve quejido y cerró sus ojos, ya muy débiles, con fuerza; dándole así la espalda a Jimin, de rodillas y cabizbajo, esperando por su inminente muerte. Quería darse la vuelta, quería abrazarlo, quería pedirle disculpas, rogarle por su perdón; tenía esa devastadora necesidad de decirle que lo amaba. ¿Con qué derecho? Sería descarado. Sin embargo, todos esos pensamientos que le hacían vacilar se esfumaron de un instante a otro en cuanto sintió el pesado y frío metal del arma posarse en su cuero cabelludo, paseándose entre algunas de sus hebras.

Aguantó su respiración, observando hacia la pared en la lejanía sin pestañar, con lágrimas cayendo de manera descontrolada por sus mejillas. No supo cuándo se había quebrado de esa forma, no supo en qué momento fue que rompió en llanto, un llanto silencioso, pero tan doloroso que incluso deseó morir de una maldita vez. ¿Cuánto más iba a ser torturado por la persona que más amaba? ¿Por qué no apretaba el gatillo y acababa con todo ese sufrimiento que ambos estaban pasando? ¿Por qué, Jimin? ¿Por qué, después de todo lo que juraste hacer para tomar venganza, haces esto? Es la peor crueldad de todas. Yoongi solo deseaba que él dejase de darle la tan falsa esperanza de que todo iba a ser superado, de que no lo odiaba tanto como para matarlo. Solo, solo quería ya desaparecer, pero ¿por qué se estaba dejando llevar ante la idea de impedir eso? No deseaba ni siquiera pensar en que llegaría el arrepentimiento en el último instante, en esa diminuta fracción de segundos antes de que la bala fuera disparada.

Detestaba sus esperanzas, mucho más ahora. Sus lágrimas no dejaban de caer, cada tanto respiraba con anormalidad, se encontraba abrazándose a sí mismo, a su cuerpo frágil, lastimado y cansado. El dolor físico no se podía comparar con la presión que ahora aplastaba su pecho, sofocándolo. ¿Qué era lo que Jimin estaba haciendo? Yoongi podía notar su descomunal manera de temblar, el arma era presionada cada vez de manera más irregular sobre la coronilla de su cabeza. Su mente estaba dispersa, casi a punto de colapsar. Sin embargo, en cuanto escuchó lo que parecía una nariz sorbiéndose, todos sus sentidos regresaron a él de inmediato, abriendo sus ojos con angustia y deteniendo su llanto que antes pareció imparable. ¿Él... estaba llorando también?

—Jimin —se escuchó la imponente voz de Jihyun haciendo eco—. Hazlo ya, no tenemos todo el día.

—Yo... —susurró. Su hermano no pudo escucharlo, pero Yoongi sí.

El joven de cabello rosa pastel estaba en una especie de guerra consigo mismo. No debía dudar, pero lo hacía; no debía sentirse así, pero lo hacía; tenía que disparar el arma y vengar a su madre, cumplir la promesa que le hizo, aquel objetivo en su vida que tanto le había dado fuerzas para seguir. Sí, tenía que..., pero no podía. No podía, ahora lo entendía. No lo iba a lograr, daba igual cuánto odio le tuviera, una parte de él le impedía apretar el gatillo. ¿Qué debía hacer? ¿Qué debía sentir? ¿Qué pensar? Su mente daba vueltas, su cuerpo ardía de fiebre, temblaba de miedo y miles de preguntas lo invadían. ¿Qué? ¿Qué tenía que hacer para despojarse de ese martirio? ¡Lo detestaba! ¡Ya no soportaba más! ¡Si tan solo pudiera terminar con todo eso! Si tan solo... pudiera olvidarlo todo.

Dejó de temblar y eso llamó la atención de Yoongi, quien se mantuvo quieto en su lugar, sin más. Jimin posó firme el dedo índice en el gatillo, soltando el seguro con su otra mano y haciendo ese ruido tan conocido previo al disparo. Sorbió su nariz por última vez, observando aquel objeto metálico presionando la cabeza ajena, concentrado solo en eso. Yoongi, por su parte, supo que ya no había una salida, que al fin y al cabo se lo merecía. Era lo mínimo que debía pagar por todo el mal que hizo, así que cerró sus ojos y respiró con profundidad por última vez, esperando.

Pinky Hair Boy - YoonMin [+18] EN FÍSICO DISPONIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora