Capítulo 31.

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Agosto de 2011.

Un joven de dieciocho años y cabello azabache corría a lo largo de un callejón, sintiendo su espalda arder por una quemadura reciente. Mantenía un cubrebocas, pantalones de cuero, camisa, chaqueta y una gorra, todos del mismo color: negro. No era muy bueno escapando, pero necesitaba salvarse de la persona que lo perseguía. Al parecer, el Dragón Dorado estaba tras su cabeza luego de enterarse de su paradero. Obvio que sería así tarde o temprano, pues hizo tantas cosas en contra de ellos que de seguro lo querían ver muerto. Sin embargo, con tanta lluvia intensa, la cual había comenzado hacía solo unos minutos, su cuerpo se volvía más pesado y su respiración irregular, se estaba agitando.

Una risa se escuchó.

—No tienes a dónde ir, amiguito.

El joven de cabello negro se dio la vuelta bruscamente luego de encontrarse en un callejón sin salida, era su final. Divisó a un chico un poco más alto que él y de seguro cercano a su edad, quien tenía el pelo de color naranja y sonreía de manera triunfal ante la situación.

Yoongi no supo cómo, pero un cuchillo llegó directo a su abdomen, haciéndole caer al suelo. Observó al otro acercarse y ponerse de cuclillas frente a él. La mano ajena se dirigió hacia el objeto que había perforado su abdomen para quitarlo de la manera más cruel posible, provocándole un grito de dolor. Yoongi le propinaba una mirada llena de ira, quería asesinarlo, quería defenderse, pero ya no tenía las fuerzas necesarias para hacerlo. A pesar de toda esa lluvia, el joven de cabello anaranjado colocó su mano sobre su pecho, hurgando por debajo de su camisa para tocar su piel.

—Así que eres Agust D, ¿eh...? —le dijo—. ¿Tienes idea de lo mal que la pasamos en el Dragón Dorado por tu culpa? Quisiera... —se detuvo al sentir los latidos ajenos—. Tus palpitaciones... Tú no quieres esto...

Así es, la persona que había sido enviada a asesinar a Yoongi era nada más y nada menos que el joven Hoseok de dieciocho años. Sin embargo, él se quedó impresionado debido a los latidos ajenos. Jamás, en todo lo que llevaba de su vida, había sentido ese tipo de emociones en alguien. Algo le generó completa angustia al darse cuenta de que Yoongi sufría de una manera inhumana y no podía entender cómo esa persona lograba soportarlo. Llevó su otra mano hacia el rostro ajeno, ingresando su dedo índice por uno de los bordes de su cubrebocas y quitándoselo para observarlo, notando sus rasgos finos. Parecía un muñeco de porcelana, cosa que llamó su atención. Yoongi estaba a punto de perder la consciencia, pero alcanzó a cruzar miradas con Hoseok, quien vio sus intensos ojos negros percibió con mayor ímpetu su sufrimiento.

No supo por qué lo hizo, sabía que desobedecería una de las órdenes directas de su jefe, pero simplemente le hizo acordar a una persona que había conocido en las mismas circunstancias. Yoongi era el asesino de más alto rango de J.M.P., el Ave Fénix, alguien buscado por la mafia, pero Hoseok no pudo evitar salvarle la vida.

Un aroma a sopa llegó a sus fosas nasales, generándole inmediata agua en su boca por el hambre que tenía desde hacía días. Su cabeza dolía demasiado y sus párpados se sentían pesados, pero podía percibir la luz a través de ellos, así que, con toda la fuerza que tenía, se dispuso a abrir sus ojos. Observó primeramente la incandescente lámpara que colgaba del techo, cosa que le hizo fruncir su ceño y entrecerrar sus ojos de inmediato, ya que era dolorosa la sensación. Relamió sus labios finos y rosados, notando que se hallaban muy resquebrajados, tragó algo de saliva y sintió que su garganta estaba seca. Hizo una mueca de disgusto e intentó moverse, pero fue en ese momento cuando un dolor agudo se presentó en su abdomen, haciéndole soltar un fuerte quejido.

—¡Oh, no te muevas! Tus heridas se van a abrir —le advirtió una voz que estaba a la lejanía.

El joven de cabello negro, quien se hallaba lastimado y recostado en un sillón, cubierto por una sábana algo gruesa, observó al otro, quien se aproximaba a él para revisar si no se había abierto su herida. Frunció el ceño, pues se trataba de la misma persona que intentó asesinarle, así que su confusión fue abismal. ¿Qué mierda hacía en un cálido hogar y siendo cuidado? Notó que aquel de cabello anaranjado se retiró para luego llegar con una caja de primeros auxilios; se arrodilló sobre el suelo, frente a él, y tomó un algodón para remojarlo en agua oxigenada. Yoongi se quejó en cuanto sintió el tacto en su herida, pero aguantó el grito; el otro soltó una risita en cuanto vio su reacción.

Pinky Hair Boy - YoonMin [+18] EN FÍSICO DISPONIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora