Capítulo 22.

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La espalda de Jimin chocó bruscamente contra la pared lateral a la entrada de la habitación en cuanto ingresaron y Suga pateó la puerta para que se cerrase de inmediato.

Las manos del joven de cabello rosado recorrían casi con desesperación el cuerpo ajeno mientras que el otro le quitaba el saco de su traje con una mano, a la vez que lo sostenía por su trasero con la otra. Jimin no tenía sus pies sobre el suelo, estaba subido al regazo de Suga mientras ambos se devoraban a besos, como si fuera su último día de vida.

Jimin soltaba pequeños quejidos ante el movimiento pélvico que se provocaba debido al ritmo agitado que estaban llevando, y ayudó a Suga a quitarse su saco, arrojándolo al suelo para que se quedase solo con solo una camisa blanca. Aquel de ojos felinos llevó su mano libre hacia los muslos de Jimin para alzarlo con mayor precisión mientras este le daba besos que les impedían a ambos respirar, avanzó con él entre sus brazos hasta arrojarlo bruscamente sobre la cama, y posó su rodilla derecha en el borde del colchón.

—Muévete... —susurró con su voz ronca en el oído de Jimin, provocándole escalofríos.

El mencionado se movió para que el otro pudiera desabotonar por completo su camisa, quitársela y arrojarla al suelo, dejando expuesto su pecho. Suga se irguió mientras mantenía su rodilla sobre el colchón a la izquierda de las caderas ajenas para quitarse su camisa también, quedándose ahora ambos sin nada en su parte superior. La piel pálida de Suga, y algo perlada por el sudor, hacía perfecto contraste con el tono trigueño del otro. El pecho de Jimin subía y bajaba con agitación; sus labios estaban rojizos, hinchados por los tantos besos y brillaban por su humedad; tenía entreabiertos sus ojos y boca, y su rostro era adornado de un tono carmesí que lo recorría de pómulo a pómulo hasta la punta de su nariz. Ah..., se veía deseable.

Suga mordió su labio inferior a la vez que acortaba la distancia entre sus cuerpos y llevó su mano derecha hacia el torso ajeno, recorriendo con sus largos dedos cada detalle, remarcando sus abdominales tallados mientras rozaba con crueldad sus pezones, jugando con las areolas y provocándole a Jimin soltar suspiros. Decidió que era momento de viajar por ese perfecto cuerpo con sus finos labios y posó así su boca primeramente sobre su clavícula derecha, bajando luego hacia su pecho en un caminito de besos incontrolable, chupando con fuerza para dejar marcas, tal vez también mordiendo a cada que podía.

—Hyung... —expresó con su voz temblorosa, abrazando el cuello ajeno mientras este investigaba su pecho con sus finos labios.

Suga sintió un escalofrío al oír su voz envuelta en placer. Posó su boca en uno de los pezones ajenos y comenzó a juguetear alrededor y sobre él con su lengua, notando que Jimin respiraba de forma irregular mientras emitía suspiros más fuertes y enredaba sus dedos entre sus hebras húmedas y platinadas, masajeando su cuero cabelludo y tironeando de su cabello a cada escalofrío.

—No juegue así...

—Maldición...

El joven de cabello platinado sintió un espasmo agudo recorriendo su entrepierna. Se subió por completo a la cama y empujó un poco el cuerpo de Jimin para quedar ambos en el medio del colchón. Se colocó a horcajadas sobre los muslos del otro y posó sus manos en el botón del pantalón de traje, pensando en lo mucho que deseaba tocarlo, ansioso por oírlo gemir de placer. Su mirada se posó sobre esos labios carnosos y entreabiertos, notó que Jimin intentaba mover sus piernas debajo de él y no lo conseguía por tenerlo encima. Suga entrecerró sus ojos con deseo y presionó su mano sobre la entrepierna ajena.

—¡Ah! —exclamó y llevó sus manos hacia las muñecas de su hyung, esquivando su mirada.

Suga ladeó su boca, desabotonó el pantalón ajeno y lo tironeó hacia abajo sin quitarlo del todo, dejando al descubierto su ropa interior. Posó su mano izquierda en la cadera de Jimin mientras dirigía la otra hacia el centro de su pecho para deslizar sus dedos pálidos sobre aquella piel trigueña, causándole pequeños espasmos por el roce. Llegó hasta el inicio de su entrepierna y sonrió, empezando a recorrer su zona con lentitud, volviendo loco al joven de cabello rosado, quien mordía su labio inferior y mantenía sus manos empuñadas sobre el colchón.

Pinky Hair Boy - YoonMin [+18] EN FÍSICO DISPONIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora