Pinky Hair Boy - YoonMin [+18] EN FÍSICO DISPONIBLE

Capítulo Final.

ESTE CAPÍTULO SE MANTIENE EN LA VERSIÓN DEL 2017. La versión del 2022 se subirá luego de esta~

Allí estaba, en el baño, frente al espejo, observando su torso desnudo y su cabello mojado por haber salido recién de la ducha, recién teñido de oscuro. Prestaba atención a sus ojeras, ya no se notaban tanto, su piel había recuperado su color natural y se sentía mucho mejor ahora. Llevó su mano derecha a una de sus clavículas, viendo el reflejo y recorriendo con sus dedos cada cicatriz a su paso hasta llegar a su abdomen. Parecía que habían pasado décadas desde que él trabajó para su padre, desde que no se sabía la verdad y solo seguía órdenes. Tantas cosas habían sucedido en su vida, una detrás de la otra, de mal en peor. Pensó en rendirse incontables veces, pero afortunadamente, y por alguna razón de la vida, no lo hizo.

—¿Te arrepientes, Jimin...?

Una voz llamó su atención y alzó su cabeza para ver por el reflejo a la persona que se encontraba reposando contra el marco bajo el umbral de la puerta, quien lo observaba con seriedad y dudas. Sus felinos ojos negros brillaban por la emoción y su mirada le transmitía algo indescriptible. Allí estaba, de brazos cruzados, vestido con una camisa blanca y un pantalón de cuero negro, listo para salir. A diferencia de él, no había mejorado mucho su apariencia, sus dedos seguían igual de lastimados porque no podía dejar de morderlos. La angustia aún recorría los cuerpos de ambos, aún les perseguía y torturaba, pero allí estaban de todas formas, juntos. Sus miradas no se dejaban de cruzar a través del reflejo del espejo.

—¿De qué?

—De esto... —esquivó sus perspicaces ojos negros.

Una leve sonrisa llena de ternura se presentó en los labios de Jimin, quien no separó su vista de su hyung ni por un segundo. No necesitaba pensarlo ni siquiera una vez, sabía muy bien lo que sentía y lo que quería. Su amor por él no se iría jamás, sin importar lo que sucediera. Pudo notar la pequeña mueca de incomodidad en el rostro ajeno luego de que pasara un minuto entero sin recibir respuesta de su parte. Tan solo verlo le hacía sentirse vivo, a pesar de que aquella vez estuvo a punto de presionar el gatillo y dispararle, entendió que no era lo que quería. Con el paso del tiempo fue cambiando su manera de ver las cosas. Ya no fue un: "debo asesinar a quien mató a mi madre" sin importarle nada más, comenzó a pensar en Yoongi, en lo que significaba para él, en las cosas que habían sucedido en su vida para terminar siendo él el Ave Fénix, y en lo que Hoseok alguna vez le había dicho. Y ahora lo notaba con más claridad... si Yoongi no mataba a su madre, otro lo habría hecho en su lugar. Lo entendió, le costó muchísimo comprender y aceptar, pero lo hizo; y jamás se quitó su brazalete, porque muy dentro de él sentía que debía tenerlo, sentía que debía pensarlo, era lo único que le daba fuerzas para seguir.

Suspiró para llamar la atención ajena y lo logró. Otra vez, esos felinos ojos negros lo estaban observando.

—¿Arrepentirme? ¿Después de todo lo que pasamos para llegar hasta aquí? —se dio la media vuelta. Ya no lo estaba viendo por el reflejo—. Y te dije cientos de veces mis razones, ¿aún no las entiendes?

Hizo una mueca de angustia.

—No, no lo entiendo —dijo—. Yo en tu lugar me odiaría. No solo maté a tu madre, también asesiné a decenas de personas siendo el Ave Fénix, Agust D. Malas o no, eran personas después de todo. ¿Amas a un asesino como yo?

Se dio la vuelta por completo y comenzó a avanzar hacia Yoongi, odiaba verlo así. No podía ya soportar que, a pesar de todo lo bueno que ahora les estaba sucediendo, siguiera sintiéndose de esa manera. Se detuvo justo frente a él, a pocos centímetros de distancia, tanto que sus respiraciones se cruzaban, y llevó sus suaves manos hacia el rostro ajeno, haciendo mimos en sus mejillas con los pulgares y esperó a que él se calmara un poco, ya que se notaba agobiado. Posó su frente sobre la ajena, cerrando sus ojos sin dejar de hacer caricias y susurrándole tiernas palabras, logrando que la tensión en su cuerpo se esfumara al fin. Y así, Jimin abrió sus ojos para observar al hermoso ser humano que tenía en frente.