Capítulo N° 48

32.7K 1.1K 252
                                    


La luz y unas suaves caricias la despertaron poco a poco, y al abrir los ojos se encontró con esa sonrisa y esos ojos celestes que la miraban con todo su amor.

—Buen día, mi amor —le dijo el Loco con una sonrisa y le dio un tierno beso en la frente.

Erica parpadeó un poco para poder despertarse bien, le dedicó una sonrisa al ver que había colocado en la cama una bandeja con café, tostadas, mermelada y queso crema, pero también fruta y algunas flores silvestres muy bonitas que estaban acomodadas como un pequeño ramo a un costado.

—Gracias, Jack, buen día —dijo ella y se desperezó un poco.

En el ventanal se veía los árboles frondosos y el cielo nublado, ir al río no parecía ser la mejor opción por el momento. Él se sentó junto a ella con una taza de café en la mano a la que le dio un sorbo, mientras la observaba con una mirada cariñosa. El cabello de Erica caía como una cascada a un costado, aunque ella se peinó con las manos porque estaba segura de que era un desastre.

—¿Cómo estás? —le preguntó él y corrió un mechón de cabello de Erica tras la oreja—. Revisé el perímetro, no hay nada. Las únicas huellas de vehículo o personas somos nosotros y la encargada de limpieza.

—Estoy bien —respondió y mordisqueó una tostada—. Lo único me duele un poco la cadera...

—¿Fui muy brusco? —preguntó él con los ojos bien abiertos.

Ella se rió y dio un sorbo al café para luego negar con un movimiento de cabeza, la expresión sorprendida pero preocupada en él era divertida.

—No, Jack, creeme que disfruto mucho, pero al otro día el cuerpo me lo hace pagar —dijo con una risita y le dio un beso en la mejilla—. Estoy bien.

—Voy a ser más suave entonces...

—Lo hacés y te mato.

Él comenzó a reírse y le dio un beso en la frente, conversaron un poco mientras desayunaban y, luego de finalizar, el Loco retiró la bandeja para dejarla vestirse, mientras él se encargaba de lavar las tazas en la cocina.

Las ubicaciones de la casa eran muy distintas a la anterior, y era mucho más grande, por lo que a veces se mareaba un poco al tratar de ubicarse.

La cocina era rústica, con piedras y ladrillos que se notaban en las paredes y le daban un aspecto hogareño. Tenía una cocina a leña, pero también una normal a gas que era la que usarían.

Mientras se secaba las manos oyó el sonido de la guitarra de Lucas, había estado practicando por semanas para poder tocar nuevamente, se lo escuchaba muy bien. Estaba al costado de la casa, tras unas puertas vitrales que el Loco abrió enseguida para acercarse. Lucas estaba sentado en el pasto, rodeado de arbustos y plantas y, luego de su guitarra, solo se oía el canto de los pájaros.

—Rubio —dijo para llamar su atención y Lucas dirigió su mirada hacia él—, se oye muy bien.

—Aún me falta practicar, pero bastante bien, ¿no? —dijo con una sonrisa y dejó la guitarra a un lado para poder recostarse en el pasto.

El Loco se agachó junto a él para poder verlo, Lucas estaba con los ojos cerrados y una sonrisa de satisfacción en su rostro de tan solo oír los pájaros, mientras tocaba con sus manos la hierba bajo él como un suave colchón verde.

—¿Te gusta la naturaleza, Rubio?

—Me gusta la libertad, y el verde, los pájaros, el aroma húmedo en el aire, las plantas y árboles... Todo eso es libertad, Jack —dijo con esa sonrisa y abrió los ojos para verlo—. Poder sentir el pasto en mis manos, el calor del sol o solo oír el viento, es un regalo de la naturaleza que antes no sabía apreciar.

Mörder [ COMPLETA ]Where stories live. Discover now