Noche en la playa

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Panchito-

En lo que resto del camino, todo fue silencioso en los dos, las horas ya se volvieron rápidas y mas o menos, podría calcular que eran las 3:10 a.m, solo el ruido de sus tacones de tap y mis espuelas se escuchaba, sin nada más, sin nada que hablar.

Hasta que llegamos al puerto, donde el mar golpeaba en forma de ola las rocas potentes, la luna llena y el cielo completamente mezclado en tonos azules y negros. Sus zapatos se detuvieron. Su mirada se encontró con la mía, con cierta sonrisa penetrante y dulce.

José-Ven, hay un último lugar que ver, mi amigo

Panchito-Te sigo, compadre

Sonreímos y nos fuimos, a un faro, algo lejos de la ciudad, el sabía como entrar, llegamos incluso a lo más alto, enseñándome la maravillosa vista de la ciudad de Bahía, llena de luces tropicales, viento caliente y fresco, el sonido relajante del mar bailando en medio de la noche llena. 

Panchito-¡Nunca había visto tal cosa taaan chula!

Admirado yo estaba, capturando en fotos del lugar con mis ojos, saborear con mis otros sentidos la belleza de todo el pueblo y oler la sal natural del océano, pero de pronto, olí cosa diferente, a tabaco de habano, mire a mi izquierda, mirando otra vez ese magnífico perfil de aquel joven portugués, con el puro en la boca, los hombros recargados en los barandales, mientras dejaba caer sus manos suavemente. El se ve deslumbrante por la mañana cuando el sol tropical lo golpea suavemente, deseándole los buenos días; Y en las noches, cuando la misma luna lo alumbra tan ligero como una manta para dormir, era algo hermoso que ver, podría seguir por horas...pero algo se vino a mi mente, de repente, ambos somos de lugares diferentes, pero siento como si fuéramos incluso de diferentes mundos, incluso ambos somos hombres, ¿Cómo llegue a adorarlo de esa manera?, Ni yo lo sé.

Caminamos lo que resto, dejándome el en mi hotel y recargarse en su sombrilla

Panchito-Gracias por el tour, José

José-Nah, no es nada, es un placer

Estaba a punto de entrar al lugar pero me detuvo su mano, tomando la mía, provocando que yo tuviera un cierto rubor y lo mire. De nuevo, tan perfecto, en una faceta sonrojada y rascando su nuca levemente

José-Mi amigo, ¿Podríamos seguir viéndonos?, En tu estadía aquí, en Bahía

Él quiere verme más tiempo, tenía nervios, pero a su vez, una gran felicidad, tome su mano que estaba sosteniendo la mía y palme su brazo sonriendo ampliamente

Panchito-¡Claro, Compadre!

José Carioca Apresenta: Noite de Zamba Donde viven las historias. Descúbrelo ahora