Nunca es suficiente.

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Panchito-

El tiempo se lo llevo el viento, ya era madrugada, todo el pueblo era silencioso, ni los perros te ladraban. La sala de la casa de mi compadre Ricardo estaba llena, en el sillón veías a las chicas conviviendo encantadas con los tres condenados diablillos que me habían arrastrado hasta su tío, mientras que Ricardo, Donald y yo, estábamos en otro sofá sentados.

Panchito-Ayudaron a José, a mis espaldas

Diana-El no tenía malas intenciones, Panchito, el lucho y mucho 

Ricardo-Si, el trabajaba para mi y Diana, hasta aprendió a ser charro 

Dulcynea-Y cuando lo rechazaste...

La morena suspiro, acariciando el esponjoso pelo de los trillizos que ya hacían dormidos en sus piernas plácidamente. El marinero se levanto de su asiento, caminando de un lado hacía el otro desesperadamente, analizando todo, asombrándose y señalarme sentenciandome.

Donald-¡Entonces si fue toda tu culpa!, lo deprimiste, ¡pancho!

Diana bajo la mano del altercado y resoplo para si misma, abrazándose en su reboso y acomodar uno de los mechones de su largo pelo.

Diana-Panchito, el nunca te engaño

Panchito-Pero, ¿y las chicas que les daba flores?, ¿con las que bailaba?, ¡¿y esté güerito?!

Los cuatro me miraron cansados de mis palabras, Ricardo un zape en su frente, Donald a punto de gritarme todo su repertorio y las señoritas un gemido de irritación.

Dulcynea-Yo le enseñe a bailar, para ti, además de que me ayudo a no estar triste

Diana-Las flores eran mis arreglos, Panchito

Donald-¡YO LE DI UN MALDITO CONSEJO!

Los demás intentaron impedir que el ojizaul me atacará, sin éxito. Derribandome, tomo de mi cuello de nueva cuenta, gritando un montón de injurías en inglés, que para mi buena suerte, no escuchaba. Sujete sus manos, tratando de calmarlo y mirarle a los ojos cansado,  sentándonos en el suelo, pero sin que el bajase la guardia y las hartas ganas de golpearme una vez más.

Panchito-Se fue de México y cerro su local

Donald-Si, y ahora tu, vas a resolver esto

Los tres sobrinos, por sorpresa me tomaron por atrás, amarrándome a una soga todo el cuerpo, ¡¿cómo es que este hombre toleraba a estos chamucos?!, son canijos.

Panchito-¡CHAMACOS!, ¡SUÉLTENME!, ¡DIANA, AYÚDAME!

Ricardo sobresalto, mirando al tío de los niños, mortificado y indicar a las chicas que atraparán a los niños que me tenían a su merced en una gran soga.

Ricardo-¡mocoso!, ¿qué chihuahuas vas a hacer?

Donald sonrío, tomando el abrigo de sus pequeños y su pequeño gorro que hacía juego con su cabello.

Donald-Piensa en esto, si lo llevamos a voluntad, no va a hacer nada, así que, me lo llevaré a Bahía

Dulcynea-¡¿y como hará para que el obedezca?!

Atrapando a uno de los hermanos, logró calmarlo pero este solo se dejo ser ante a ella, bueno, por lo menos esa chamaca sirve pá calmarlos.

Donald-Lo llevaré con unos amigos

Se pensaría que ellos lo iban a impedir, pero, no, los cuatro aceptaron, como si fueran mis padres o peor aún, dueños de mi vida. Al otro día, mis maletas estaban preparadas, ya no tenía escapatoria. Ricardo y Dulcynea se despidieron de mi, como si se tratase de un simple viaje que tomaría para vacacionar. Luna se acerco a acomodar mi moño que acabo siendo un desastre por la persecusion de los hermanos Duck y después me dio la bendición.

Diana-Pancho...Tu amas a José y lo sabes...piénsalo

Sentí algo en mi mano, ella había puesto un sobre de dinero en mi mano, cuando me abrazo, susurrando suavemente con voz protectora.

Diana-Si no quieres ya avanzar, usa este dinero para volver, y si te decides arriesgar...compra y haz unos churros a josé, el los ama

Diana no me dejaba mentirle, no es como si le diera la razón completamente, pero, hay cosas de las cuales ya no puedo negar. Era verdad, quería a José, el orgullo era más grande, supongo que a eso se refería mi compadre, hay cosas que si no las agarras a la primera, los perderás, ahora yo tenía que buscar a José y buscar la manera de recuperarlo y poder reflexionar sobre todo esto.

José Carioca Apresenta: Noite de Zamba Where stories live. Discover now