Yaya.

418 51 32
                                    

[quienes sean de México...esta canción me suena mucho a música de fondo de las películas tropicales de México <trez].

Panchito-

Sentado debajo de una sombrilla junto a los hermanos, terminaba de ponerles bloqueador, soltándolos después y darles un balón para que ellos fueran a divertirse en el mar.

Aproveche para pedir una piña colada, mirando el mar, a decir verdad, fue el único lugar donde José no me llevo, pero, ¡valla de chulada!, el mar con solo verlo te llegaba la frescura, muchachas bellas caminando en adornados trajes de baño, hombres bailando y cantando, vida bella que se cargaba mi José.

Baje muy pronto la guardia, cerrando los ojos y de un momento a otro, ya estaba siendo arrastrado por los niños para jugar voleibol.

Louie-¡vamos Panchito!

¡Ah, pero que niños!. Tuve que aceptar, a decir verdad, jamás me había divertido tanto, en cierta manera, comprendo ahora como tolera Donald a sus pequeños diablillos, eran un encanto, pero tenías que saber tratarlos.

El día se fue como una corrida de toros, rápido. La música de la zamba en el pelaje atardecer encento de manera tan natural como el mismo viento de la ribera de Bahía. Sin tardar de envolvernos en aquel pequeño carnaval de cuarto personas, tres niños americanos y un mexicano bailando al sabor brasileño.

Usualmente, ahí escuchar a la gente hacer una gran batahola era algo natural, algo que pasa en el día cotidiano, nosotros no somos la excepción. Cabriolando y enalteciendo con el suave toque de la guitarra llegamos a la plaza, donde gente celebrando sin razón estaba ahí, uniéndonos nosotros y efectuar con gozo la dulce música.

Pasaron las horas, los niños estaban agotados, al parecer sería una perfecta niñera o un buen padre, aún que suene algo altivez de mi parte. Cargue a los tres niños en mis brazos y uno en mi espalda, gracias a una técnica que Diana me enseño, amarrar su cuerpo a mi espalda delicadamente con una sabana larga y delgada.

José disfrutaba mucho su vida, llena de luz y música, sin una pizca de querer cambiarla, ahora sabía más porqué el es tan distinguido cuando se trata de describir su lar.

A lo lejos percibí un fofo y armonioso tarareo, que venía de parte de una voz de mujer. Cuando me acerque, la pude contemplar. Una muchacha morena de ropa tradicional que tenía una gran charole en su cabeza, llena de pastelillos de azúcar. No negaré que se veían realmente deliciosos.

Me acerque a ella y para cuando se percato de mi presencia con los pequeños dormidos, expreso en sus labios suaves una sonrisa curiosa, bajando la charola y mostrarme los pequeños postres.

Yaya-Você quer comprar alguns bolos?

Olvide que no sabía hablar portugués, pero, eso no me detuvo, ofrecí bastante dinero para comprar seis pastelillos que me empaqueto en una resistente y pequeña bolsita.

Panchito-Ah...Moito Obrigado

Ella rompió ligeramente su dulce risa, creo que por mi mala pronunciación.

Acaricio el cabello de los trillizos, para luego retirarse entonando una canción pegadiza. Extrañado seguí caminando, mirando que en todos los locales era a lenguas fin de semana, el Karaoke que fuimos ese lindo portugués y yo estaba abierto, sirviendo a sus clientes.

No voy a contradecir que los niños pesan, tres niños son muy pesados, así que, tome un leve descanso sin dejar de cuidarlos, vi la bolsita de esos postres, abriéndolo y sacar el primero.

Era un dulce pastel de guayaba cremosa, con toques de kiwi y de mango y en la envoltura, palabras que no entendía, estaba en portugués, obviamente, tal vez era como un mensaje de eso que usan para las galletas de la fortuna, quien sabe. Opte por degustar del pastel y pensar en lo que haré.

Me puse a pensar todo, sé que me porte como un idiota con José, cuando el solo quería arreglar las cosas y mi estúpido orgullo me tomo por idiota, causo en mi un gran ardid, que tapo mis ojos por la necedad.

Aún que, hay algo que me amilana, no sé si me trajeron aquí, para aliviarlo a el, se ve tan feliz, en el restaurante lucía tan ufano de ser el mismo, desde que lo conocí, luego luego se notaba que el era un muchacho independiente, sin necesidad de llorar o ir por alguien, cosa que me desconcerta y me anonada de que si Daisy y los demás sepan lo que hacen, dejándome con la fuerte duda de que...

Y si para José, ¿Yo ya no soy importante para el?

Mis pensamientos despavilaron cuando escuche a Louie quejarse de su dormir, resople cargandolos de nuevo, para ir a la casa de los Duck de nuevo, tengo que hacer la cena.





























































































//

Envoltura:Às vezes o que está longe da sua mente, está mais perto do seu coração

José Carioca Apresenta: Noite de Zamba Where stories live. Discover now