Duck.

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José-

Fue hasta el viernes en que el y yo nos volvimos a ver, tenía que antender el club, no una fiesta como tal, pero, un trago o cena nunca estaba de más. El karaoke y demás era valorado, mucha gente venía, una semana ocupada, aún que eso no importaba, los chaperones siempre me daban pequeños dulces o flores, todos, de parte de mi dulce Panchito. Qué tierno, parece como si el y yo ya fueramos pareja...no obstante, no he podido responder a aquella pregunta que me hizo esa noche en el club, sobre si quería conocerlo más, lo suficiente como para enamorarme de el; Sugrio en mi una pregunta mucho más punzante, ¿El porqué me gustaba?, por lo general, me gusta demasiado su físico, quiero decir, ¡solo mirenlo!, era un muchacho joven de porte rebelde, cabello perfectamente pelirrojo al natural, ojos que te confiezan que el es un hombre atrevido disfrazado de un caballero, labios perfectos, ¡y ese pecho varonil!. Me hacía delirar incluso su acento mexicano con jerga romantica. 

Solo veía lo físico, una que otra virtud, que estaba a flor de piel, Miguel es un libro abierto, no lo suficiente para mí, no suficiente para enamorarme completamente.

Llegando el viernes, me puse mi ropa habitual y me dispuse a salir de mi hogar.

Panchito-¡Buenas Noches!

Cerré mi puerta y volte a mirar, era Panchito, montado en un caballo y de su ropa de charro habitual, con unas rosas en mano y el pelo bien peina...

José-¡¿TE CORTASTE EL PELO?!

Extrañado hizo una mueca, tocando su pelo, como si fuera una ofensa tonta que heche al aire.

Panchito-¡José!, ¡¿apenas te diste cuenta?!

José-Bueno, si, tenías el pelo escondido con el sombrero en tu espalda el viernes pasado

Resoplo algo decepcionado, realmente me gustaba mucho su coleta, aún que, se veía muy guapo así también, resaltaba su fleco más de lo que lo hacía antes. Bajo del caballo, dandomé el ramo y besar mi mano.

Panchito-¿Nos vamos?, prepare una cena que te fascinará 

José-¿Cómo esos churros que me hiciste?

Panchito-Tu solito te hiciste la maldad, ahora ya sabes el postre

En risas y una comoda charla nos dirigimos en el caballo hacía la casa de los Duck, en realidad, nunca había ido, es como una mansión, color blanca y de techo lleno de ladrillos tradicionales que hacían un perfecto juego con todo el arte del hogar. 

Los primeros en salir, fueron los trillizos, que corrían hacía el caballo. Panchito bajo y atrapo a estos abrazandolos y llenarlos de besos, que asqueados trataban de ganarle a Miguel para que los soltará, cosa que no funcionó, pues este empezo a hacerles cosquillas.

Diana-A que es un amor con los niños

Sobresalte mirando a la señorita Diana, que estaba a mi lado mirandome y abrazarse con su reboso fino lleno de flores tropicales y seda.

José-Olá senhorita!

Baje del caballo besando las manos de Diana. Entramos todos a la casa, los niños robandole el lugar a Ricardo quien se supone debería sentarse a lado de la señorita Dulcynea, pero recíbian unos regaños de su madre, Della.

José-boa noite a todos!

Della sonriendo me abrazo fuertemente, juro que casi me saca el aire.

Della-¡Ahhh!, ¡tu eres José Carioca!, ¡es un honor conocerte!, mi hermano me ha hablado tanto de ti

Bese su mano por educación presentandome y charlar con ella de las miles de aventuras que ella tenía con Donald en lo que Panchito traía la cena. Sirviendonos después una gran variedad de platillos mexicanos, pozole, un clado hecho de granos de maíz con carne y sabor exquisito, que podrías sentir que algo pica, pero, seguro confundirías con la temperatura del platillo; Unos tacos hechos de carne y tortilla hecha a mano, ¡todo un manjar que los Duck deleitaron!

Panchito-Así que eras aventurero

Donald-¡El mejor!, Della y yo fuimos a muchas aventuras juntos

Dewey-¡PATOAVENTURAS!

Los trillizos sonrieron levantando sus manos, haciendo que todos sonrieramos y ríeramos por tal frase, era una gran familia pato. La cena fue maravillosa, llena de anedoctas de los hermanos gemelos, tips de belleza por parte de Daisy para Diana y Dulcynea y unas grandes bebidas tropicales para los demás.

Pasando las horas, todos se retiraron, pero, Panchito y yo decidimos pasear un poco por el puerto. Me traía nostalgia poder volver a caminar con el por estos lares, ese aire que se ha guardado para mi, volvio como una suave manta acobijandome, un nuevo recuerdo que se podría trazar cual tinta sobre papel estaba haciendo su labor.

Mire detenidamente su perfil andante, era muy apuesto, debería sentirme muy afortunado sobre todo lo que ha estado pasando, he comenzado a ver que todo el dolor se embarca a tomar lo bueno  y darmelo; Pense de repente en la pregunta, que una vez más rondaba en mi cabeza, si quería conocerlo lo suficiente para amarlo de verdad, pero, me da temor, sé que le gusto, pero el miedo de que el me conozca es lo que me empuja hacía atrás...y ya no sé que hacer.


José Carioca Apresenta: Noite de Zamba Donde viven las historias. Descúbrelo ahora