El Torero más cobarde.

445 57 24
                                    

[20 de Enero]

Panchito-

Enero era la temporada en la que ofrecía a mi pueblo su corrida de toros, me encantaba domarlos y correr contra ellos, era una de mis mejores pasiones, tal vez, algo mas que me pueda distraer de mis confundidos sentimientos.

Después de la práctica, camine un poco por el pueblo, que gustosos los habitantes me saludaban o platicaban algo nuevo. Decidí pasar al mercado, comprar una fruta y quizá un postre pequeño, pá mi paladar y mi mente endulzar.

Pareciera que pasaron años desde que el se marchó de México, aún que no supe hasta dos semanas después, José se había ido, posiblemente ya no volvería.

Ricardo y yo no dejamos de hablar, cosa que palabra no entiendo, por lo general, te enojarías con alguien que te lastimó, como yo hice con el; Además de que conozco perfectamente a Ricardo, es un hombre de lo mas rencoroso, ¿pero por qué no conmigo?, hasta tengo el descaro de ir  su bar.

Entre al lugar mirando a todas partes, siempre con la maña de recibir un caluroso saludo de quienes estuvieran en el lugar. Camine hacía la barra, sentándome y soltar un poderoso suspiro, que capto la atención de el Águila, acercándose y recargar sus codos en la larga mesa que estaba delante de el y de mi.

Ricardo-¿Ora qué te traes tu?

Baje mi sombrero para hacer mi cabello hacía atrás y mirar a mi mejor amigo por unos segundos a sus ojos y desviarlos después.

Panchito-Fue una práctica bien recía

Ricardo sonrío, caminando a donde tenía las bebidas y comenzar a preparar una bebida. Para cuando me la dio y la probé, note que era dulce y cremosa, fresca, de olor tropical.

Panchito-Ricardo, ¿dónde aprendiste esto?

Señale el vaso, haciendo que Ricardo se pusiera nervioso, esto no era otra cosa que un Romeu e Julieta, bebida de Bahía, que probé en mis desayunos cálidos junto a José. 

Panchito-Ricardo...

Insistente le extendí mi vaso, esperando una respuesta. Mi compadre suspiro pesadamente, mirándome y hacer su peinado hacía atrás, sobando suavemente su frente, se veía irritado, se notaba nervioso, no quería ni siquiera verme.

Ricardo-Yo...

Antes de dar su defensa, las puertas del bar se abrieron, por tres extraños niños, de aproximadamente unos 8 o 10 años, al parecer eran unos simpáticos trillizos, de cabello rubio y ojos azules grandes, que no demoraron en buscar con la mirada a alguien,  uno de ellos, capto a Ricardo y corrió a la barra, mientras que los otros dos buscaban al rededor desesperados.

Louie-Hey!, Excuse me, have you seen my uncle ?, my brothers and I lost it

Ricardo estaba completamente aturdido, el niño no sabía hablar español y mi amigo no sabía hablar en inglés. 

Ricardo-Ah, niño, yo

Panchito-Pregunta por su tío compadre, a ver, déjamelo a mi 

Mire al niño que se sentó a mi lado preocupado y mirar a sus hermanos buscar en todas partes a su tío.

Panchito-Hi, my name is Panchito, ah, you say, you've lost your uncle?

El niño de ropa verde asintió, extrañado, levantando una de sus cejas y esconder su manos en su chamarra abrigada.

Louie-Yes! He says he's looking for a guy ... oh, what's his name?

Miro a sus hermanos, llamándolos inmediatamente. A pesar de ser tan pequeños, tenían una perfecta coordinación.

Louie-What is the name of the boy uncle Donald is looking for?

Dewey-That had a strange name!

Suspirando los dos, el último quedo en silencio, pensando.

Huey-I think it was Panchito

El niño de verde me miro, tomando mi manga inmediatamente y sonreír victorioso.

Dewey-Great Huey!, We found what Uncle Donald was looking for, we just have to find him

Antes de que pudiera decir algo más, fui arrastrado por los niños afuera del bar, a correr en gran velocidad por todo el pueblo, cada casa, cada tienda, cada parte y incluso a los parques del lugar.
Eran como 3  hermanos patitos que cumplían su labor más grande de todos.

Ya no quedaba nada más, solo la gran plaza de toros nuevo progreso, que, sospechosamente estaba llena de gente.
Nadie hacía presentaciones ahí, nadie, excepto yo.
Cargue a los niños, llevándolos adentró de la plaza.

Panchito-Something is wrong 

bajamos los cuatro las miradas, mirando como la gente idolatraba a un inseguro torero que corría al rededor del la plaza, tratando de salvar su vida de los cuernos filosos de un enorme toro. Los trillizos bajaron de mi espalda y brazos, colgándose del barandal asustados, excepto del niño de gorro rojo que animaba al hombre.

Huey-You can Uncle Donald!

Era el tío de los niños, que gritaba parloteando barbaridades al aire, moviendo sus manos y mirando al público asustado. El que parecía ser el más preocupado, era de el de camiseta azul, jalando mi manga de manera desesperada.

Dewey-Save my uncle, please!

Sin pensarlo dos veces, me lance con mi soga en la cintura dentro de la peligrosa escena, ¡jamás había visto a un toro tan enchilado!. Lo habían hecho enojar de manera imprudente, persiguiendo al feroz animal, logre capturar sus cuernos, corriendo a una pared para poder impulsarme y montarlo, corriendo a lado a la misma velocidad que la victima del toro.

Cuando volteamos a vernos, lo pude ver mejor, ¡era ese marinero que había abrazado a José!, dejo de gritar, cambiando su gesto a un espontaneo enojo y furia, gritándome unas enormes groserías. 

Panchito-Wow!, take it easy, chamaco!

Donald-¡Sé hablar en español!

Panchito-¡Con más razón!, ¡cálmate! 

¡juro que podría soltar la soga y dejar que el toro se lo macheteara!, por las groserías, por atreverse de tomar en brazos a quien amaba, pero para cuando tratábamos de hablar, el toro cerraba el paso, asegurándonos a los dos un enorme estampazo en una de las paredes de las plazas.

Panchito-Mira, primero salvemos nuestro pellejos, ya si quieres, luego nos peleamos

Tomando de su cuello, salte hacía uno de los balcones, dejando que el animal se estrellara con la pared, por suerte sin sufrir lesión, pero las paredes si. Los hermanos abrazaron al hombre que se dejo ser, mirándome después molesto y levantarse junto a sus sobrinos.

Donald-Tu arruinaste Bahía

Panchito-¿Qué?, ¿de qué CHI...huahua estas hablando? 

Dewey-¡Tío Donald nos saco de Bahía!

Huey-Dice que es su culpa 

Sorprendido vi a los hermanos, quienes me sonreían cuales diablillos, me habían llevado al la mera boca del lobo, con el pequeño toque de su perfecta actuación de unos turistas que no sabían español.



José Carioca Apresenta: Noite de Zamba Where stories live. Discover now