Cempasúchil

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Panchito-

No suelo viajar en barcos, siento que me mareo terriblemente, pero, la hermana de Ricardo, Diana, me había ofrecido volver con ella. Ella es una talentosa florista, hace arreglos bien chulos, pero mis favoritos, son los que hace para el día de muertos, una festividad de por mi México lindo, cada 2 de Noviembre se hace una fiesta bien grande al cementerio, a los ancestros y familiares que se nos adelantaron del camino. Ella usaba para el arreglo muchas cosas, papel picado, chocolates, nubes que eran una florecitas bien pequeñas y sobre todo, cempasúchil, una flor que solo se da en esa época.
Traía exportaciones a Bahía y me vine de regreso a México. Bahía ya no es un lugar que pueda disfrutar ya, ya exprimi todo el lugar, ya comi, ya baile...y ya ame, pero creo que el amor no nos llega a todos de color de rosa, a mi me tocó enamorarme de alguien que no volveré a ver.
Estoy celoso, estoy enojado y estoy muy confundido.
Creí que era sólo algo que podría darme un nuevo chance pá elegir una nueva vida, pero creo que me lance muy pronto.

Tardamos  dos días en llegar a México y en cuanto toque tierra, fui rápido con Ricardo, que me recibió con los brazos abiertos, con su alegre y potente voz, llamándome e invitarme a comer, caray, ¡Cuánto extrañaba mis tacos!, Mi tequila, mis churros, había olvidado el olor de mi tierra, cuando me estaba comenzando a acostumbrar al olor del mar y de la suavidad del Romeu e Julieta.

Ricardo y yo estuvimos tiempo conversando, mientras le mostraba lo que le había traído de Bahía, el estaba encantado, probaba los pequeños dulces que le traje, al igual que me preguntaba infinidad de cosas sobre como era el lugar, a donde fui, como era la comida, los restaurantes, todo, hasta que dejo su copa a un lado y me miro interesado, recargando sus brazos en la mesa.

Ricardo-¿Y?, ¿Qué tal?

Panchito-¿Qué tal qué?

Ricardo sonrío levantando su ceja y puso sus manos en su cintura.

Ricardo-¡Ya sabes!, ¿conociste a chicas bellas?

Sonreí despreocupado, sé que el suele preguntar mucho sobre eso, para lo que a mi se me hace confuso, es que el no es afortunado con las damas, el es un gran hombre, cuida a su hermana y atiende un buen negocio, mi amigo era desafortunado en el amor y el estaba muy consciente de eso.

Panchito-¡Claro que si!, habían muchas señoritas que me llamaron la atención, brasileñas hermosas, de piel tostada, pelo largo y ojos...

Me quede en silencio, "ojos" era la principal palabra que me hacía recordar aquella noche que llegue a Bahía, la noche en la que conocí al que amo y al que odio. Sin pensarlo dos veces, bebí de solo un sorbo mi tequila y suspire irritado; Para mi mala suerte, olvide de que Ricardo estaba en frente de mi y para cuando me dí cuenta, su rostro ya no era suave, era preocupante, el estaba preocupado y cuando eso ocurre, significa que no puedo mentir ante a el, me conoce bastante.

Ricardo-Pistoles, ¿qué paso en Bahía?, tu cara me dice otra cosa a lo que viviste ahí.

Mire a mi compadre, no tenía escapatoria, suspire de nueva cuenta y me quite mi sombrero, sonriéndole después.

Pancho-Sé que no me juzgas, mi amigo y que sé que puedo contar contigo

En cuanto comencé a hablar, el cerro el local, nos sentamos en una mesa y puso absoluta atención.

Ricardo-Soy todo oídos, compadre

Pancho-Conocí a alguien, Ricardo, a una persona maravillosa, de acento portugués genuino, de ojos bellos marrón y de pelo naturalmente Verde.

Sonrío Ricardo, antes de tiempo, palmeándome la espalda y reír potente.

Ricardo-¡Ay, compadre!, ¡solo estas enamorado!, ya era tiempo mi amigo, dime, ¿cómo se llama la chica?

Quedo el silencio de nuevo, su gesto cambio, mi gesto cambio, nuestras miradas hablaron solas y el no tardo en comprender.

Ricardo-Así que no eres tan macho

sobresalte golpeando su brazo y el sonrío soltando una leve risa

Panchito-¡Qué soy macho!, pero, creo que el me hizo ver la vida en otra perspectiva que no era solo fiesta...

El águila se recargo en su silla, cruzando su pierna y mirarme.

Ricardo-Bueno, para que alguien logre eso en ti, es que en verdad estas enamorado, no te juzgo, el amor es algo que no tiene género ni forma, así que, tienes mi apoyo, mi amigo

puso su mano en mi hombro, para tomar después su copa y brindar ambos, mientras le contaba todo lo demás.

Las horas pasaron como bala, gracias a Dios, sobreviví sobrio, así que camine con mi maleta hacía mi casa, que quedaba al final de todo mi bello pueblo.  No es como bahía, ahí, el ruido permanece, aun si es algo insignificante, pero, aquí hay un penetrante silencio del cual me hacía sentir vacío.

Pase antes a ver el campo de Diana, lleno de Cempasúchil y estuve un buen rato ahí. Pensé sobre lo que pasó en mis vacaciones, que me enamore de alguien que sé que nunca tomará algo en serio.

Pienso que el, es como el Cempasúchil, es inalcanzable, solo una bella flor que solo sirve pá enterrar a un muerto, esta seca por dentro y que tarde o temprano...se la va llevar el viento.

José Carioca Apresenta: Noite de Zamba Where stories live. Discover now