Orgullo.

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Panchito-
La brisa tropical golpeaba mi pelo una vez más, Bahía estaba otra vez con la inesperada visita de un extranjero Mexicano. Los pelajes de sus tardes me llenaban de cierto calor suave, el gran lugar era incluso más bello que antes, pero, en sí, sentí de vuelta aquellos sentimientos que me hicieron sentir todas las cosas, desde el mar, desde el cielo y los pueblos.

Donald nos llevó a sus sobrinos y a mi hacia a una casa, no muy lejos de la playa, al parecer era de el.

Donald-¡Bien, niños!, Vallan a saludar a la tía Daisy, yo desató al charro.

Obedeciendo los tres, salieron como bala disparados para entrar al hogar vacacional del rubio. El optó por desatarme las sogas que me sostenía, ¡No encontraba sentido!, Ya había aceptado venir, está siendo bien exagerado.

Donald-Bien, José se educó por ti, te toca hacerlo por el.

Panchito-¡A ver, espérate!

Salí del auto, sacando mi maleta y ponerme mi sombrero que ya hacía en el compartimiento de atrás del auto, ayudando a Duck a cargar los que faltarán.

Panchito-Me trajeron aquí por la fuerza, y me están ordenando volver con José

Donald-¡Tú lo rompiste!

Antes de replicar, sonó un grito furioso de mujer saliendo de la casa. Se presentó una muchacha, de ojos azules y de coleta. Una chica albina muy bonita pero con un gesto que le llevaba el tren.
El marinero sin pensarlo dos veces fue hasta la dama, dándole un beso en los labios que está al final acepto funfuñando.

Daisy-¡Creí que irías por ese tal panchito!

Donald-Lo hice

Ella me miró atentamente, mirándome de pies a cabeza, como si ella fuera la poderosa juez de la moda. Solo un disgusto quejido salió de ella, ignorandome con cierto odio.

Daisy-José si que tiene malos gustos

Estaba a un pelo de rezongar, aunque preferí callarme, no tendría sentido, estaba harto, apenas llegué y ya me quiero largar.
Entramos a la casa. Tenía un estilo demasiado rústico, las cortinas eran un color crema, que hacía juego con los muebles café claro hecho a mano.

Panchito-Ah jijo...linda casa

Daisy-Donald y yo la comparamos cuando cumplimos 10 años de noviazgo

Ella me ofreció un vaso de agua que tome y me senté. La albina miró a Donald que salió del lugar con sus sobrinos y esta se sentó en frente de mi.

Daisy-Así que te trajeron a la fuerza por José

Esta muchacha es muy bipolar, como su marido. Asentí escuchando, ella en cierta manera era curiosa, se ve que tenía algo que decir.

Daisy-Y supongo que tú no querías venir

Panchito-Me está empezando a asustar lo demasiado que sabes

Soltando una risa diablilla, se hizo un mechón hacia atrás  y bebió su vaso.

Daisy-Y, ¿Tú qué quieres?

Panchito-Quiero pelarme de aquí

Sosegada, la esposa del marinero sonrío calidamente.

Daisy-Estás suelto, ¿por qué no te vas ahora?

¡era verdad!, ¡me puedo ir de aquí!. Me levante caminando a la enorme puerta y ver ante a mí el gran pueblo de Bahía. Los dulces recuerdos aún estaban presentes, a lo lejos, donde se apreciaba aquel romántico mar que aprecie y olí con libertad, ese gran faro que en esa estrellada noche estaba con el, mirando su seductor perfil. 

Me puse a pensar, si yo lo quería, ¿por qué debo irme?, dejando a lado el hecho de quien lucho más por el otro, creo que eso no se implica, se implica de luchar ambos por el amor que nació en esa noche de fiesta. Mire a la mujer que esperaba por una respuesta, obteniéndola, me senté de nuevo, causando en ella una amplía sonrisa vanidosa.

Daisy-Hay que trabajar en tu orgullo...y en tu modo de vestir

Si solo tengo que ver con claridad, lo haré...y aprenderé a cocinar churros.

Me llevo a una habitación, muy amplia y desordenada, llena de sabanas que hacían combinación con los muebles y una vista espectacular, a pesar de su enorme desarreglo

Panchito-Parece que aquí hizo fiesta el diablo

Daisy-Esta, es la habitación de Donald y mía

Oje a la chica que presumía el cuarto con mucha arrogancia, en serio, ¿que le vio Donald a esta mocosa?

Panchito-¿Y porqué me lo muestras?

Sin deberla ni temerla, dejo en mis manos una cubeta, con unas toallas dentro y detergente en botella.

Daisy-Ordena toda la casa

Ariado la mire, devolviendole las cosas y reír con algo de cólera.

Panchito-No sé que te traes tu, pero estoy empezando a creer que me ves cara de chacho 

Negando, la chica me devolvió las cosas, sacando sus lentes de sol y un gran sombrero de playa.

Daisy-¿Crees que esto es gratis?, podría pagar por un sirviente, pero, creo que tu sabes mejor

¿por qué me da la espina de que me esta discriminando?. Deje las cosas en el suelo, pasando a su lado y caminar con pisadas potentes por el pasillo.

Daisy-José es muy dulce y servicial, pero, no sería justo que te mantuviera el solo y tu solo echado sin hace nada

Eso detuvo en seco mi andar, la calamidad de que en su boca hubiera tanta razón me dejaba sin ni siquiera pensar en una defensa para mi, su juicio era imponente. Volví tomando la cubeta y ella me quito mi sombrero, colgándolo en el perchero de la habitación sonriendo vilmente, retirándose junto a los niños y el marinero de la casa.

Los americanos son personas muy latosas y engorrosas, que eran importunamente listos, pero molestos; Pero si quería tener una buena oportunidad con José, debo dejar de lado mi estúpido orgullo y comenzar a cavilar en lo que vendrá después y como lo voy a afrontar

José Carioca Apresenta: Noite de Zamba Where stories live. Discover now