Atardecer latente

426 61 28
                                    

José-

En cuanto me entere sobre lo que había sucedido, corrí a la casa de los Duck, encontrándome con la preocupante escena de mi gallo siendo vendado en el brazo por la señorita Diana, que preocupada regañaba a Panchito.

José-¡Panchito!

El pelirrojo soltó un suspiro de alivio en cuanto me vio; Corrí incandome a su lado y tomar su mano que el apretó con ternura.

Panchito-Qué hubo chulo

Angustiado sonreí, no era momento de decir ese tipo de apodos en una situación tan importante.

Ricardo-Esa chinita lo lastimo José

José-¿Yuliet?

En eso, un caballo casi derriba la puerta, era cabalgando por la señorita Dulcynea, que asustada no dudo en bajar del corcel y dejar una canasta llena de dulces y comida, con unas cuantas vendas.

Dulcynea-¡PANCHITO PENDEJO!, ¡¿CÓMO DEJAS QUE TE LASTIMEN?!

Panchito-También hola para ti

Un enorme sermón le dedico ella, durando como veinte minutos y de milagro fue interrumpida por Ricardo que le ofrecío ir a buscar a Yaya, para conseguir unos pastelillos y darselos a Panchito; Ella termino por aceptar e irse junto a Ricardo en el corcel hacía el pueblo.

Daisy-Los niños estan con Della, le llamare para que me diga algún bevraje 

Donald-¡¿Cuack?!, ¡yo sé sobre eso!

Daisy-¿Quieres que te recuerde la última vez que te hice caso?, ve al pueblo, por medicina y un buen doctor querido

Irritado el pato miro a Diana, pidiendole que la acompañará y esta asintio, llendose en la camioneta, dejando a Panchito y a mi solos.

José-¿Te lastimo en otra parte?

Panchito-No, tranquilo

Ironicamente mire a mi charro, que solo miraba hacía a otra parte, como si estuviese consternado. No pude pensar más en la situación, la imagen que me daban mis ojos era maravillosa. Un joven y apuesto muchacho de pueblo, en porte varonil sentado en una mesa, radiando luz de atardecer en su cuerpo, y ese hermoso perfil que podría ser mi perdición. De pronto se me cruzo en mi imaginación la terrible posibilidad...¿y si el no hubiese podido escapar?, estaría tirado tal vez en un lugar muy lejos de mi, su suave piel tostada clara estaría pálida, sin color y sus ojos que dan vida, ya no la darían más, ¿qué haría yo sin el?, era una abominable historia que no quisiera prescenciar.

Por fortuna, no me dejo pensar mi amado más en esa potencia, el me miraba inquieto, postrando una de sus manos en mi mejilla y sonreírme calidamente...diabo, esse sorriso ñao

José-Tienes que tener más cuidado, tardamos mucho en estar juntos...que no soportaría perderte...

Panchito-¡Ay chulo!, usted no me pierde, soy más suyo que de México

José-Pero eso a la muerte no le importa...no sabría que hacer sin ti, antes solo tenía la seguridad que estabas bien, pero, ¿y si Yuliet te hubiese matado?, me dejarías solo...y eso es lo que no podría vivir Francisco, deja de ser imprudente

El silencio fue quien nos reprimió a acallar, un atroz silencio lleno de indeseos, de pánico en flote en un precioso atardecer que se perdía con suaves pulmones de un cielo en tonalidades apasionantes, como si la mezcla perfecta de una obra de arte se tratase; No obstante, a mis ojos era un ocaso triste que me revelaba mi peor miedo presente, de que me horripilaba de que se volviese realidad. Mis lagrímas brotaron de mis pupilas, matadoras en romper con mi voz también como cristal y asustar a mi dulce mexicano.

Panchito-José, no me vas a perder, siempre estaré contigo, ¿por qué te angustias tanto?, ¡mírame!, ¡Estoy re bien!, ¡estoy conti-

José-¡PORQUE EU TE AMO!

La mudez en carrillos sonrojados fue la gota que ha derramado el vaso, miradas fijas y un corazón latiente a mil por hora, le había dicho, por fin le había revelado mi amor fuerte que he sentido por tanto tiempo. Un completo desconocido que llego a mi desde el otro lado del continente, para robar lo que más he cuidado en mi vida, mi temple, mi determinación, mis ojos, mis días, mis noches, mi locura reservada que ha disparado, lo amaba, como un loco.

El cielo ya no era carmesí, las estrellas despertaban cual ballerinas a interpretar con la luna llena su maravilloso espectaculo, solo para mi y Miguel; De repente, mis nervios se avisparon dandomé una gran caricia incomoda en mi espalda, el no decía nada, sus orbes eran solo un pequeño punto en su gesto.

José-A.ah...y.yo...

No pude terminar, el tomo mis mejillas, acercandonos tan veloz que cuando reviví la consciencia, el había derrotado sus labios en los míos, uniendonos en un profundo beso tierno. Correspondi sosteniendo sus muñecas, el aún en esa silla hecha a mano y yo a su lado, postrado a sus pies de rodillas y dejarme apoderar de ese amoroso y dulce beso.

Una lengua hemos aprendido el y yo, la lengua del amor puro y correspondido, el mejor lenguaje que en la vida vallas a probar, el del primer beso...

José Carioca Apresenta: Noite de Zamba Where stories live. Discover now