playa

377 64 9
                                    

Panchito-

Desde ese día, mi semana se hizo completamente pesada, Daisy me enviaba a comprar, me enviaba a limpiar, cocinar incluso. ¡Esa mujer me sacará canas verdes!, pero hoy termine rápido, con la casa completamente limpia, de pies a cabeza.

Baje las escaleras, azotando la ya muy poca mojada toalla en frente de la vanidosa mujer, llamando su atención.

Panchito-¡Ya!, ¡estoy hasta el copete!, ¡ya limpie todo!, ¡POR MUCHO TIEMPO!

Ella no decía nada, no tenía una monótona mirada con la que siempre me hacía enojar. Bajo su revista, levantándose y tomar su bolso, dejandomelo caer de inmediato y tomo sus lentes de sol en forma de gato modernos.

Daisy-¡Donald!, ¡voy a ir de compras!, ¡cuidas a los niños!

Donald solo grito una corta despedida dulce, para que Daisy se fuera conmigo a pie hacía el pueblo, no quedaba lejos, pero, no puede ser, su bolso estaba muy pesado, parece como si la chamaca trajera rocas.

Llegamos a las primeras tiendas de ropa para dama del pueblo. Jamás me detuve a verlos mejor, eran vestidos muy suaves, tenían cierto toque brasileño que los hacía ver muy llamativos y bonitos.

Daisy-¡Bien!, vamos, quiero que me ayudes a elegir ropa

Entramos y lo que parecía ser algo corto, se hizo un enorme tiempo que nos llevo eligiendo ropa y ella modelar de forma altanera. Saliendo de ahí, compramos un par de tacones, uno que otro maquillaje y caminar por las coloridas calles que me parecían igual de pacíficas que antes.

Daisy-Y yo le dije, "¡nena!, ese chico no te conviene"

Panchito-Se lo dijiste muy directo, ¿no?

Daisy-¡Tenía que hacerlo!, hay veces que una debe escuchar la cruda verdad

Aburrido, a lo lejos se escuchaba como la guitarra lloraba, capturando mi atención y detenerme, la chica al verme se detuvo también, caminando a mi lado de vuelta y buscar el punto con su mirada que yo observaba, avistando a un muchacho con una guitarra en mano, tocando para unos dulces turistas, que parecían estar algo insatisfechos. Por lo general, los gallitos solo trabajaban para las fiestas y rara vez hacían este tipo de cosas. 

Oteando a la mujer del marinero, sostuve sus bolsos, extrañado por la cosa que contemplabamos.

Panchito-¿Por qué hay un gallito ahí?

Daisy-Son amigos de José, están ayudando a entretener a los turistas

Sin decir más, volvimos a la casa, dejando sus bolsos en su habitación y suspirar irritado mientras que ella dejaba su bolso y suspiro aliviada, como si la condenada hubiera hecho el trabajo.

Daisy-Mañana vamos de compras también

¡¿CUÁNTA ROPA SE NECESITA PARA SACIAR A UNA MUJER?!. al ver mi reacción, soltó a carcajadas, sosteniendo su pelo en una elegante coleta.

Daisy-Estoy bromeando, mañana te toca cocinar y sacar a los niños a la playa

Creo que prefiero mil veces cocinar para tres niños que estar aguantándola. 

Al otro día hice lo que se ordeno, salí con los niños a primera hora en cuanto yo cante [el gallo canta)?] , pero estaban demasiado inquietos, como de costumbre. 

Caminamos todo el pueblo para poder ir a la costera y pasar un pequeño camino hacía la playa, mientras que yo los entretenía con comprar un helado si ellos se portaban bien hasta llegar a la playa, logrando que ellos se calmarán.  pasamos por aquel restaurante que me trae muchos recuerdos. Era el Pelô Bistrô, restaurante donde dos desconocidos se volvieron amigos. 

Panchito-Oigan, ¿quieren el helado aquí?

Los trillizos y yo pedimos una mesa, sentándonos y ordenar unos tropicales helados, todo marchaba bien, era todo tranquilo, las risas de aquellos niños de alguna manera me resultaban relajantes. 

De la nada, la gente hacía un inmenso barullo, indicando que algo ha entrado al lugar; Volteando mi mirada, mis ojos lo pudieron capturar, era nadie más que José Carioca, hombre famoso en Bahía, Cantante, actor, bailarín, animador...y la razón por la que estoy aquí.

Se notaba bastante bien, como si nunca hubiera pasado nada, tenía su habitual ropa, un sombrero que adornaba su verde cabello.

¿Cómo se atreve a sonreír de esa manera tan asesina?, era como si me fuera a enamorar otra vez. Mis pensamientos pausaron, los niños habían avistado al brasileño, a punto de llamarlo, pero tape sus bocas abrazándolos y chitarlos.

Panchito-¡tá bueno!, ¡mucho helado!, ¡'amonos de aquí!

Deje una cantidad considerable de dinero, huyendo con los niños del lugar, para mi suerte, las personas rodearon a José, permitiendo que tuviera una gran oportunidad para correr.

Louie-¡Hey!, ¿por qué no saludamos a José?

Dewey-Ni siquiera terminamos nuestro helado

Agitado acomode mi pelo, mirando a los hermanos Duck que estaban demasiados molestos.

Panchito-Número uno, José aún no puede saber que estoy aquí y dos, les compro uno en la playa

Dewey  y Louie me miraron impacientes, con un gesto aún más enojado, haciendo que yo resoplará derrotado.

Panchito-¡Tá bueno!, dos a cada uno

Cómodos a mi petición, caminaron tranquilamente hacía el camino que conducía al puerto, todos, menos Huey, que tenía sus manos en su chaqueta y mirarme con mucha atención, como si esperara que dijera algo más.

Panchito-Ora, ¿qué te traes?

Huey-Escucha, viejo, puede que sea solo un niño, pero te diré que, si siempre tienes miedo de verlo, el se irá y no creo que eso sea bueno para un macho como tú.

creo que los hermanos Duck no son niños después de todo. Huey sonrío ligeramente para luego seguir  a sus hermanos, se junto con ellos caminando y yo mirar hacía atrás, donde se podía apreciar en una ventana, como el brasileño hablaba plácidamente con el mesero, ordenando su comida. 

Solo necesito tiempo...y un poco de valor, el valor suficiente pá pagar mis pecados y de paso, pá recuperar ese amor que yo quiero tener...

José Carioca Apresenta: Noite de Zamba Where stories live. Discover now