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Todos los pares de ojos perplejos apuntan a mí.

Apenas cruzo los límites del pueblo sus habitantes se detienen, puedo observar la confusión, el miedo y el asombro de sus expresiones, oigo gritos de pánico pero desaparecen rápidamente al ver que me acompaña una de los suyos; en su lugar se empiezan a oír susurros curiosos.

No estaba en mis planes causar una gran conmoción, pero, hubiese sido muy ingenuo si creyera que pasaría desapercibido. Ese es el problema, soy muy poco sutil con esta apariencia; adonde vaya siempre resaltaré. La iluminación nocturna tampoco permite que me oculte bajo la oscuridad.

Margot sigue adelante, no habla, solo trata de actuar con naturalidad, no le preocupa que los ojos de todos estén cuestionando mi presencia. Realmente admiro su conducta imperturbable y silenciosa; me recuerda a la chica que quería conocer antes de mi muerte. Creo que me olvidaré de eso de una vez o me deprimiré.

—¡Alto!

De pronto, tres guardias intervienen los pasos de Margot, se colocan frente a nosotros, cada uno poseía un conjunto de planchas de metal como armadura, casco, y una lanza de púa. La imagen intimidante que infundían fue destruida por el indudable miedo que había en sus voces.

—¿Qui-quién es ella? ¿Por qué la has traído, joven Margot? —dijo uno de los guardias.

La chica soltó el costal de trigo, y levantó sus manos invitándolos a tranquilizarse.

—Ella no es enemiga, no nos hará daño, solo voy a llevarla con el señor jefe —dijo.

La respuesta calmada de la joven no convenció a los guardias, quienes permanecieron inmóviles cortándonos el camino. Advierto que no quieren atacarme, quizá solo esperan una explicación aceptable que los libre de su confusión. A pesar de eso, mantienen firmemente las manos en sus lanzas.

No sé qué haría de concluirse un enfrentamiento. Jamás he peleado en mi vida anterior, solo participé en una riña, y me hicieron puré. Pero, en esta circunstancia, tengo los atributos de un ángel, ¿podría ganar una disputa a base de fuerza física y resistencia, sin habilidad? Estoy seguro que no, salvo que la diferencia sea abismal. Me encantaría comprobarlo.

—Lo lamento, pero, si no es con la autorización del barón, no puede ingresar —aclara uno de los guardias.

Hay tensión en el ambiente pero no dejo que me agobie; si no me permiten entrar, entonces, regresaré por donde vine, así de simple, no debería aferrarme a esta como mi única posibilidad para sobrevivir. Sin embargo, todavía tengo una opción.

Tomo del hombro a Margot, ella pega un brinco al sentir el roce con mi mano. Voltea a verme con sus ojos abatidos, noto que un súbito acceso de pena se apoderó de ella. Tiene la expresión de alguien que no ha conseguido lo que quería: se siente impotente.

Déjamelo a mí, señorita.

Me acerco a los guardias, ellos permanecen inmóviles como si estuvieran hipnotizados, han descuidado la solidez de su defensa. Era de esperarse, es la contemplación de mi apariencia lo que los encierra en una especie de trance profundo similar al desmayo. Sospecho que podría dormirlos con un chasquido de mis dedos.

A pesar de que no muestran prevención me detengo a una distancia prudente.

—Me disculpo por esta inesperada visita, caballeros. Mi nombre es Nayarit, y soy un arcángel. Es urgente para mí comunicarme con la autoridad de este pueblo, antes que continúe mi viaje.

—¿Arcángel?

El trance fluctuó hacia el desconcierto, los tres hombres despertaron de su inmovilidad y decidieron conversar entre ellos para definir su postura, los susurros llegan a mis oídos con una sorpresiva claridad. Uno de ellos hace de representante.

Arcángel de la guerraحيث تعيش القصص. اكتشف الآن