Laberinto

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Poco después de despuntar el día, nos dirigimos al edificio ceremonial, atravesando un largo sendero pavimentado de mosaico que colinda con un amplio y bien cuidado jardín. El interior es una estancia circular carente de decoración, apenas un techo abovedado y un piso pulido y blanco.

Somos veinte personas las que seremos enviadas como tributos para Astorio. Distingo más hombres que mujeres. Tesius y Trémaca son los más jóvenes del grupo, pero hay otro niño a quien había advertido anteriormente, incluso mucho menor que Trémaca, el pequeño está desprovisto de uno de sus brazos, teniendo por extremidad un muñón a la altura del hombro izquierdo. Deduzco que lo sacrifican por ese defecto físico que le imposibilitaría realizar muchas actividades.

El capitán que antes dirigió la llegada de los prisioneros al palacio ahora preside la ceremonia de sacrificio, aunque no sabría si llamarlo así, esto no pinta como un ritual religioso, parece que su único papel es encabezar la brigada de soldados que nos vigilan rodeándonos para que no podamos escapar.

Aparte de ellos no he visto más asistentes, excepto a una sigilosa invitada que nos observa desde su discreta y distante posición en el palco detrás de nosotros: la princesa Miriadne.

Lo escuché todo, desde que bajó sutilmente por la escalera de piedra hasta el momento en que se incorporó y abandonó el calabozo. A pesar de haber estado muy lejos de su ubicación alcancé a oír atentamente todo el diálogo que mantuvo con Tesius, los detalles del hogar de la bestia y la verdadera naturaleza del muchacho.

Dos cosas me han sorprendido de sobremanera: la primera, que la casa de Astorio sea en verdad un laberinto, información que Maurielle omite en el pergamino de la misión y que tampoco oigo decir a la pequeña mensajera. No sé si me lo ocultaron deliberadamente, o fue un descuido, una distracción de ambas que luego tomaron con humor.

No es gracioso para mí, ¿saben?, no sé cómo explicar esto pero, tengo un miedo irracional a los lugares laberínticos, sin importar que se encuentren iluminados o bajo las sombras, la configuración intrincada y compleja del camino me produce una cierta ansiedad ante la imposibilidad de tomar la ruta correcta.

Como sea, ahora me explico que Maurielle me exigiera en la carta el uso de un objeto que para mí resultaba desconcertante. El dichoso ovillo cuyo hilo azul parece tan resistente como un cable, pero que es de una extrema finura, tanto que fácilmente se podría tejer un abrigo indestructible. No hallaba ninguna utilidad práctica para semejante material hasta ahora, supongo que es apropiado para recorrer un laberinto de modo que no sea preocupante extraviarse.

Gracias, Maurielle, por pensar en mí.

La segunda sorpresa que me he llevado luego de escuchar la conversación de los jóvenes, es que ahora resulta que Tesius es un eparca como Astorio, es decir que ambos comparten el mismo origen divino. Ya entiendo por qué mi intuición detectó en el muchacho una naturaleza que no pertenecía a un ser humano, tenía el aura de alguien superior. Mi sospecha fue confirmada, y también la eficacia de ese sexto sentido que me informa cuando se aproxima un ser potencialmente peligroso, estoy seguro de que me servirá para rastrear a Astorio dentro del laberinto.

Entonces, viendo que los acontecimientos se están desarrollando de una forma en que parece no intervenir mi voluntad, me pregunto si puedo confiar en el apoyo de Tesius para cumplir mi misión. Él y la princesa pactaron un sorpresivo acuerdo mediante el cual el primero se encargaría de subyugar a la bestia, y ella le proporcionaría una vía accesible y rápida de escape. Puedo aprovechar ese favor cuando termine con esto para salir inadvertidamente y evitar algún conflicto o enfrentamiento que pudiese surgir.

Aunque para ello tendría que revelar a Tesius mi verdadera apariencia. Sin embargo, creo que será inevitable que termine enterándose, no me puedo ocultar bajo la capa durante todo el recorrido.

Arcángel de la guerraWhere stories live. Discover now