Tesius

1.4K 197 25
                                    

Tesius contempló con inquietud desde la ventana el estado de las calles y los alrededores de su casa.

Había una persistente seriedad en su rostro, y una rabia escondida que osaba revelarse. Sin embargo, mantenía una mirada franca y bien plantado sobre sus finas piernas ejercía una vigilancia estricta sobre lo que sucedía fuera de su resguardado ámbito.

El muchacho sabía que los soldados invasores que patrullaban las calles en busca de cualquier rastro humano no tardarían en localizar y vulnerar su hogar. Hasta donde entendía, el enemigo tenía la desconcertante intención de llevarse a las personas sin aplicar la fuerza letal de sus armas.

Aquello le ofrecía la posibilidad de oponer resistencia, de plantarse firme y decidido contra quienes habían convertido la ciudad en un infierno.

Apenas hacía un día que llevaba una existencia normal y tranquila bajo la cálida compañía de los suyos, de los que él llamaba familia. Le costaba imaginar que las cosas se hubiesen desbocado al extremo de arrebatarle la paz y la monotonía de su vida. ¿Cómo pudo cambiar todo tan abruptamente?

¿Qué deplorable designio había condenado la supervivencia de la defendida ciudad fronteriza?

Desde su juvenil comprensión, Tesius ignoraba cómo había sido posible que un ejército tan sólido y preparado como el de Veronia sucumbiera con tanta facilidad ante el asedio poco exigente de Alción.

Supuso personalmente que la resistencia duraría el tiempo suficiente como para que los refuerzos provenientes de otras ciudades llegaran para sumarse a la coalición defensiva. Él no era ningún estratega militar, de hecho tampoco formaba parte de la milicia debido a su corta edad. Pero como era una de sus aspiraciones más cercanas no pudo evitar hacerse tales preguntas.

Quizá Tesius haya sido demasiado joven para servir en el ejército, no obstante, como todos los jóvenes de su edad y de su condición física, recibía una educación militar rigurosa y se preparaba para enlistarse como un soldado en las filas de la guardia civil.

Ahora que sus planes se habían frustrado, y en la ausencia de las personas que lo acogieron como a un hijo, Tesius se empecinó en proteger aquello que le quedaba.

Los minutos recorrían un lento y agobiante camino. Las calles presentaban la misma desolación, y el mismo desconsuelo.

Pronto, una cuadrilla de soldados dobló la esquina, y sus apresuradas marchas despertaron a Tesius de su insensible parálisis. Él, muy cerca a la ventana, los vio aproximarse con aires de titubeo, sin decidirse por cuál de todas las casas de la calle empezar, para, luego de la demora, repartirse entre ellos.

Su hogar había sido momentáneamente ignorado, pero ya alertado por la inminente irrupción, se preparó psíquicamente para enfrentarse al enemigo. No tenía la menor intención de huir, aunque eso significara su propia muerte.

Pero la muerte no tendría la posibilidad de llevárselo fácilmente.

Tesius confiaba en su capacidad, en su extraña capacidad y la misteriosa fuente de su fuerza, aquella que descubrió cuando era un niño, y que le había generado desde entonces multitud de problemas y de desgracias. Aquel poder que muchas veces fue su hostigador, pero que justo ese día sería su más valioso aliado y su única esperanza.

—Hermano.

Tesius fue rescatado de su letargo otra vez por una voz cálida y dulce, cuyo tono inocente lo invitaba sutilmente a tranquilizarse. Él, desde su grave posición notó que su hermana lo llamaba, ella había ingresado a la habitación alertada quizá por el ruido que los soldados provocaban durante su frenético asalto a las casas aledañas.

Arcángel de la guerraOnde histórias criam vida. Descubra agora