Santuario

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El primer albor de la mañana se introdujo por la pequeña ventana de la sala de estar.

Nayarit volteó para contemplar el luminoso espectáculo del amanecer. El cielo, mezclado de tonos amarillos y parduzcos, albergaba un imponente disco solar en pausado ascenso. La luz matinal acarició las facciones dulcemente talladas de su rostro y las relucientes hebras de su cabello.

Nayarit cerró el antiguo volumen que reposaba en sus piernas y se despojó de los lentes de cristal. Se había pasado la noche en vela, sentada en un cómodo sofá forrado de suave terciopelo azul, leyendo uno de los libros que la diosa suprema le había obsequiado. Se trataba de La misión del ángel, un texto manuscrito firmado por Arterisc. La misteriosa personalidad detrás de sus páginas no había revelado su identidad, pero Nayarit sospechaba que su posición en La Ciudadela no había sido menor que el de ella.

La lectura de aquel libro profundizó sus conocimientos sobre los ángeles y sobre su propio reino celestial. En síntesis, descubrió la jerarquía angélica, las diversas órdenes en que se organizaba y la función principal y específica que cada una poseía. La división no entrañaba gran complejidad. En términos simples, la población de ángeles conformaba un único conjunto; no estaban fraccionados en culturas o ideologías como naturalmente suele ocurrir en las sociedades humanas, sino que, superadas sus diferencias, habían aprendido a vivir como una totalidad personalizada en donde la cooperación colectiva reemplazaba a la rivalidad y a la lucha individual de supervivencia.

No obstante, la necesidad de administrar sus fuerzas y sus recursos, en pos de continuar creciendo esplendorosamente, impuso la creación de órdenes celestiales entre las que destacaban la Orden de la Caballería, la Orden Mágica, el Coro Angélico y la Guardia Pretoriana. El libro no desvelaba quiénes eran sus integrantes, pero ofrecía un valioso testimonio de sus responsabilidades y competencias.

La ya conocida Orden de la Caballería era un cuerpo militar organizado cuya misión fundamental residía en la defensa y la protección del sagrado territorio de La Ciudadela, aunque también se aplicaba a la preservación de los intereses angélicos alrededor del mundo, lo cual le facultaba la intervención de lugares críticos en donde existiese la probabilidad de una amenaza para la seguridad de los ángeles.

La Orden Mágica Celeste era una institución tanto militar como académica que se dedicaba a la investigación del conocimiento mágico y al adiestramiento en magia angélica de aquellos que manifestaban una habilidad excepcional en tales artes. Sus funciones militares consistían en trabajar participativamente con la Orden de la Caballería proveyendo de unidades de soporte y apoyo mágico cuando se requiriese defender los cielos, o durante las campañas en la superficie. Mientras que, académicamente, se ocupaban de la instrucción de los ángeles que se convertirían en la minoría erudita encargada de perpetuar los misterios de la magia angélica.

El Coro Angélico lo constituían los intérpretes de piezas musicales vocales, ángeles bendecidos con una suave y dulce voz melodiosa, capaces de conjurar encantamientos a través del canto. Es sabido que los ángeles poseen una voz especialmente agradable y armónica, pero incluso entre ellos existen quienes sobrepasan absolutamente los cánones establecidos, hasta el punto de llegar a obrar milagros con solo cantar una canción. A estos individuos únicos y afortunados se les confiaba el acompañamiento sonoro de las celebraciones y rituales festejados en La Ciudadela, y no era exagerado afirmar que disfrutaban de la misma fama y admiración que aquellos que cumplían tareas más importantes.

La Guardia Pretoriana era un grupo de caballeros y magos experimentados que servían de escolta y protección al líder de los ángeles. Sus miembros estaban entre los más fuertes e influyentes de su especie, pues, una misión tan notable como lo es actuar de guardaespaldas del ángel supremo no podía encargarse a nadie que no se haya encumbrado en la élite de los guerreros. Sin embargo, según el testimonio del capitán de la Caballería, la guardia había sido desarticulada como consecuencia de su desaparición.

Arcángel de la guerraWhere stories live. Discover now