Confusión

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Ambos tras el día agitado que tuvimos llegamos hasta la habitación de Bulma. No pude dejar de verla mientras que con dificultad, dejaba a un lado de su cama el gran oso marrón que le había regalado, luego de finalmente lograrlo se acercó mí.

—Muchas gracias por el día de hoy.— Sonrió dulcemente mientras introducía su cabello turquesa detrás de su oreja.

—No te preocupes.— Respondí sonriendo. —Debía hacerlo.—.

—¿Por qué debías hacerlo?— Preguntó curiosa.

—Porque, cuando no estás feliz, te ves fea.— Continué sonriendo, sin embargo, esto cambió cuando su ceño se frunció y golpeó mi brazo. Rápidamente comencé a sobarlo.

—¡Cómo puedes decirle eso a una dama que te está agradeciendo!— Bufó y se cruzó de brazos sin mirarme a los ojos.

—¡Está bien!, ¡está bien!.— Dije intentando calmarla.—No te enojes, solo era una broma.— No pude evitar reír, me gustaba hacerla enojar desde que somos niños y nunca supe por qué. 

Medité unos momentos tomando mi barbilla, había pasado ya varias horas sin entrenar, era un buen momento para retomarlo, nunca se sabe que pueda pasar en la tierra a futuro, además, tenía los aparatos que Bulma y su papá habían construido para mí, era mi oportunidad.

—Bueno, será mejor que vaya a entrenar.— Hablé mientras me estiraba a modo de calentamiento.

—¿Ya te vas?— Consultó ella algo exaltada.

—Usaré los aparatos que construiste.— Aclaré. Ella parecía aliviada, sabía que no me iría de su casa.

Sin percatarme, Bulma fugazmente posó sus labios sobre los míos tomándome por sorpresa. Mis mejillas se sonrojaron, fui incapaz de contener una enorme sonrisa cuando ella se separó de mí, me gustaba que ella hiciera cosas de ese tipo, desde que la conozco siempre fue muy decidida. Sentí la necesidad de imitar su movimiento, pero debía entrenar, no podía perder tiempo.

—Será mejor que vaya a entrenar.— Dije bastante feliz por alguna razón. Bulma me señaló los dispositivos que se encontraban dentro de una mochila, la tomé y velozmente me dirigí al patio de su casa.

Continué con mi calentamiento por unos minutos más, cuando de pronto oí el sonido del timbre de la puerta, Bulma rápidamente bajó las escaleras para atender, en cuanto abrió pude percatarme que se trataba de Yamcha, por precaución me escondí.

—Hola Yamcha.— Saludó Bulma con un tono apagado en su voz, no parecía muy feliz con su llegada. 

Lograba escuchar a la perfección lo que estaban hablando, no pude evitar asomarme silenciosamente para verlos y poder oír mejor.

Yamcha la rodeó con sus brazos.

—Hola amor, te extrañé.— Dijo para posar sus labios sobre los de ella.

Algo extraño sentí en el estomago y mi pecho dolió, me sentí abrumado tras ver esa escena.

—Amor, ¿qué te ocurrió en el rostro?.— Preguntó ella palpando su rostro y acariciándolo. Estaba atento a lo que diría Yamcha.

—No es nada, solo me di un golpe estando entrenando en el gimnasio.— Mintió riendo nerviosamente.

Suspiré aliviado y continué escuchando.

—¿A qué viniste?— Bulma se separó de él.

Yamcha en menos de un segundo la observó y rompió en llanto, no entendía que estaba pasando, la abrazó con fuerza haciendo que me alarmara.

Parte de mí [Goku X Bulma] °En Edición°Where stories live. Discover now