Capítulo 14: Red devils

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Shut up some people are trying to get to sleep!

Amelia se despertó de golpe al escuchar ese grito proveniente de la televisión, que juraría haber apagado antes de meterse en la cama. Miró la pantalla y reconoció a Reginald Perrin, el protagonista de una sitcom que habían empezado a emitir en la BBC. Daba la casualidad de que habían visto el primer capítulo la semana pasada, aunque no se enteraron de mucho y el humor británico era algo que no acababan de entender. A esas horas no había nada mejor en la televisión, así que lo pusieron de fondo mientras cenaban. ¿Cenaban?

- ¿Qué pasa...? – dijo Luisita, aún medio dormida, al notar el sobresalto de su mujer.

Amelia se giró y comprobó que se le había olvidado poner el despertador.

- ¿EN SERIO? – exclamó incorporándose.

- Amelia no grites – se quejó.

- Qué desastre, de verdad... nos hemos quedado dormidas.

A Luisita le entró la risa floja al ver a Amelia tan estresada, e intento disimularlo tapándose la cara con la manta.

- Oye, no te rías – le dio con el cojín.

- ¿Qué hora es? - preguntó asomando la cabeza de nuevo. 

- Las nueve y media... ¿y ahora qué hacemos?

- Pues cenar.

- Y lo dices tan tranquila.

- A ver... es que lo hecho, hecho está -se desperezó- y te recuerdo que me has prometido que me ibas a dar la cena.

- Yo no te he prometido nada.

- ¿Se lo vas a negar a una enferma? – la miró, haciéndose la ofendida.

- ¿Enferma? Yo te veo ya mucho mejor – se levantó de la cama.

- ¿Adónde vas? – preguntó al ver que empezaba a vestirse.

- Alguien tendrá que ir a por la cena, ¿qué te apetece?

- Lo que sea, que me muero de hambre.

- Bueno... - se puso los zapatos y cogió algo de dinero– no tardo.

- Espera que voy contigo, que ya es de noche y no quiero que vayas sola.

- Tranquila, que sólo voy al comedor común a sacar algo de la máquina. – rio.

- ¿Y para eso me preguntas qué me apetece? – le lanzó un cojín.

- Puedes elegir el sándwich – dijo divertida.

- De atún.

- Marchando – y salió de la habitación, dejando a Luisita con una sonrisa.

Poco después volvió a aparecer con un par de sándwiches y unos zumos.

- Menudo banquete nos vamos a pegar – dijo Luisita con ironía, desde la mesa.

- Es lo que hay. – se sentó– Ya sabes que aquí cenan temprano y la cocina ya estaba cerrada. Mañana desayunamos en condiciones para compensar. Venga, abre.

- Ah, ¿que me lo vas a dar de verdad?

- Qué remedio – dijo con el sándwich en la mano – uno para ti -esperó a que Luisita abriera la boca - y ahora otro para mí – y le dio un bocado al suyo.

- Míralo por el lado bueno, así vas practicando para darle de comer a nuestros hijos.

- No creo que me vayan a dar tanto trabajo como me das tú.

ENTRE MADRID Y MANCHESTERWhere stories live. Discover now