Capítulo 33: En todas partes se cuecen habas

620 58 5
                                    

Sábado, 17 de septiembre de 1977

- Niñas, no os alejéis demasiado – les advirtió Leonor, viendo que no paraban de corretear.

- Creo que será mejor que vaya a supervisarlas – dijo Miguel que las seguía con la mirada.

- Pues sí, porque no me fío – su marido se levantó del césped. – Cuando aparezca Amelia os venís y empezamos a comer.

Miguel asintió y empezó a caminar hacia unos árboles algo apartados a los que las trillizas ya se dirigían como una exhalación.

- Estará a punto de llegar – dijo Luisita mirándose el reloj. – A esta hora ya habrá salido.

- Es una pena que no haya podido venirse con nosotros esta mañana.

- Ya... pero es que justo tenía ensayo y luego turno en el restaurante.

- ¿Y puede con todo?

- Ella dice que sí – se encogió de hombros, resignada. – A mí no me acaba de agradar, ya se lo dije, pero como la sustitución es solo para un mes no quiere perder el puesto.

- Seguís centradas en ahorrar, ¿no?

- Sí, de momento es todo lo que podemos hacer. Yo últimamente estoy pensando en buscar otro trabajo que pueda combinar con el del despacho.

- ¿Tienes algo concreto en mente?

- Lo que salga, no me puedo permitir andarme con remilgos. – suspiró. – Supongo que miraré en hostelería, que es en lo que tengo más experiencia.

- Haber trabajado en El Asturiano da mucho prestigio.

- Uy, sí, puedo decir que atendí al mismísimo Hemingway. – bromeó.

Las dos soltaron una carcajada.

- Sus partidas de dominó con Elías deberían ser patrimonio nacional.

- Vaya par. Y siempre se piden lo mismo: un chato de vino con un pincho de tortilla. – dijeron al unísono y volvieron a reír.

- Hay cosas que no cambian – dijo la mayor con un aire nostálgico.

- A veces está bien que no lo hagan. – miró al cielo, donde se asomaban algunas nubes. 

- Ya, pero en otras ocasiones los cambios aunque sean difíciles traen cosas buenas. ¿O te imaginabas hace unos años que íbamos a poder vernos? Y encima aquí, en Manchester.

- Para nada – bajó la vista para mirarla.

- A mí también me dio vértigo salir de España y empezar en otro sitio nuevo - confesó. – Fue todo muy rápido y me llevó un tiempo asimilarlo.

- Debe ser complicado saber que no puedes volver.

Al menos ellas tenían esa pequeña seguridad de que si todo salía mal, siempre podían regresar y retomar su vida anterior. Ahora era la última de sus opciones, porque preferían agotar todas sus posibilidades antes de darse por vencidas, pero en el fondo les producía cierta tranquilidad. Eso era algo que Leonor nunca tuvo. 

- Sí, se te hace cuesta arriba. – reconoció. – Y ya no solo por mí, también me habría gustado que las niñas disfrutaran más de su familia. Ahora con la democracia espero que mejore todo.

- Ojalá hubieras podido votar.

Leonor la observó con una pequeña sonrisa.

- Me conformo con que vosotros pudierais.

- Yo ya sabes a quién voté.

- No esperaba menos de ti, somos las más rojas de la familia – dijo orgullosa. – Dignas nietas del abuelo.

ENTRE MADRID Y MANCHESTERWhere stories live. Discover now