Capítulo 40: Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid...

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Se levantó del taburete de un salto en cuanto la vio a través del escaparate. Sonó el ligero tintineo que anunciaba la entrada de alguien al establecimiento y acto seguido se lanzó a abrazarla sin pensárselo dos veces, sin importarle dónde estaban.

— Menos mal que estás bien...

— Claro que estoy bien. — dijo intentando quitarle hierro al asunto. Se había enterado de la noticia al acabar el ensayo y ahora entendía el por qué de esa llamada y su preocupación.

— Tenía que verte para quedarme tranquila.

Al separarse se percató de la presencia de un chico rubio con los ojos azules que no podía parecer más británico.

— Es James, un compañero de la función. — aclaró Amelia.

— Encantada.

Hizo un pequeño amago de acercarse a él pero recordó lo poco efusivos que eran los ingleses y paró en seco. Le seguía resultando difícil desprenderse de la costumbre de saludar con dos besos o directamente con un abrazo, muchas veces le salía sin darse cuenta y acababan mirándola como si fuera un bicho raro.

— Igualmente. — dijo asintiendo.

— Se ha ofrecido a acompañarme cuando nos hemos enterado de lo que ha pasado.

— Muchas gracias.

— No ha sido nada.

Una voz afable a sus espaldas interrumpió la conversación.

— Bienvenidos, ¿qué desean?

— Son Amelia y James — les presentó Luisita. — Han venido a buscarme para acompañarme a casa.

— Ah, mejor, mejor. Que no son buenos tiempos para ir solas.

— Bueno... voy a por mis cosas.

Se metió en la trastienda y les dejó a los tres solos.

— ¿Tú también eres de España?

— Sí.

— ¿Y qué te trajo hasta aquí?

— Quería cambiar de aires, me gusta viajar.

— Ya veo... ¿y vosotros...?

— Ya estoy. — dijo acudiendo al rescate antes de que Suzanne siguiera con el interrogatorio.

— Bueno pues hasta mañana, Luisa. — se despidió con una sonrisa amable. — Y un placer, podéis visitarnos cuando queráis.

— Igualmente, gracias. — contestó Amelia educada.

Llegaron al hostal, se despidieron también de James y entraron a la habitación por fin después de prácticamente todo el día separadas.

— Menos mal que te has dado prisa porque tu jefa ya me iba a preguntar si James y yo éramos pareja. — dijo divertida mientras colgaba el abrigo en la percha.

— A mí también me ha preguntado que si tenía novio. Es un poco cotilla pero se la ve buena persona. — se quitó la bufanda. — Hasta me ha dicho que si no tenía a nadie con quien volver que su hijo me acompañaba para que no fuera sola.

— A ver si te va a querer emparejar con él. — bromeó.

— Espero que no. — fue a refugiarse en sus brazos y suspiró profundamente, aliviada. — Qué ganas tenía de que estuviéramos solas...

— Y yo... — murmuró abrazándola con fuerza.

— En cuanto he escuchado la noticia he pensado en que tenías que volver del teatro y me ha entrado una angustia...

ENTRE MADRID Y MANCHESTERWhere stories live. Discover now