Capítulo 32: Más vale tarde que nunca

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Martes, 13 de septiembre de 1977

Cuando colgó el teléfono notó algo parecido a un placaje que la hizo caer sobre la cama, sin darle margen para asimilar todavía lo que acababan de comunicarle.

- Es que lo sabía, lo sabía - dijo su mujer abrazándola con ímpetu.

- Cariño, cuidado - exclamó entre risas y tuvo que rodearla por la espalda para evitar que de la emoción del momento acabaran en el suelo.

Se reincorporaron como pudieron tras la euforia inicial y Luisita se quedó sentada sobre ella, mirándola con una sonrisa de oreja a oreja en la que se reflejaba lo orgullosa que se sentía.

- Perdón, es que estoy contentísima por ti.

- Ya lo veo, ya - sonrió.

Una sonrisa que se le formó más por verla así de ilusionada que por la noticia en sí.

Los últimos días no habían sido nada fáciles. Iban a retomar el tratamiento en unos meses pero mientras tanto seguían conviviendo con ese regusto amargo que les había dejado el fracaso. Esa decepción y esa impotencia, por mucho que quisieran, no desaparecerían de un día para otro y pasar por altibajos era inevitable. Hace apenas una semana tocaban con la yema de los dedos todo aquello que tanto deseaban y ahora volvían a anhelarlo desde una distancia incierta. Sin embargo, cada vez iban encontrando más motivos para recuperar el ánimo y en los últimos días no habían hecho más que recibir alegrías.

- Lo vas a hacer genial. En cuanto vean el talento que tienes te llamarán para ser protagonista - le dijo completamente convencida.

Amelia la miró con ternura y la abrazó de nuevo. Se sentía muy afortunada de tenerla a su lado y poder compartir con ella también los buenos momentos.

- Esto hay que celebrarlo, amor - dijo rodeándole el cuello cariñosamente.

- Tendrá que ser luego. Ahora tengo que pasarme por el teatro para hablar del contrato.

- ¿Quieres que te acompañe?

- Claro - la besó con dulzura - si ya se piensan que eres mi representante.

- ¿Eso te han dicho?

- Con lo que insististe para que me hicieran la prueba, como para no pensarlo - dijo divertida.

- Pues entonces tendrás que darme mi comisión, ¿no? - le propuso con voz sugerente.

- ¿Cómo pretendes que te la dé si aún no me han pagado?

- Ay, Amelia, de verdad... - refunfuñó al ver que no le seguía el juego y Amelia echó a reír.

- Que sí, que cuando volvamos te doy lo que quieras.

- ¿Lo que quiera? ¿Seguro?

- Lo que quieras - le acarició la mejilla y atrapó sus labios otra vez. - Yo siempre pago lo que debo.

Viernes, 16 de septiembre de 1977

Las dos fueron juntas hacia la zona de llegadas del aeropuerto de Manchester. Luisita era incapaz de disimular los nervios, estaba deseando que su hermana apareciera tras esa puerta y no podía parar quieta. Amelia mantenía esa aparente calma tan propia de ella, aunque por dentro también estaba algo intranquila.

La morena podía fingir delante del resto del mundo pero su mujer era otra historia. La conocía tan bien que un simple gesto, por pequeño que fuera, ya la hacía sospechar que algo le pasaba y no se andaba con rodeos. La comunicación era esencial entre las dos y no dudó en preguntarle sobre el asunto en cuanto se percató de su actitud.

ENTRE MADRID Y MANCHESTERTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang