Capítulo 21: A nadie le amarga un dulce

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2 de agosto de 1977

El torbellino que se había originado la tarde anterior dio paso a una ligera brisa de verano que protagonizaba aquella mañana en la cuidad de Manchester. A pesar de todo, la vida debía continuar y tenían motivos más que de sobra para seguir adelante. El cielo estaba completamente despejado y los rayos de sol bañaban las calles mientras recorrían el camino hasta la clínica, donde les esperaba una cita más que también significaba una cita menos para conseguir su objetivo de ampliar la familia.

- Lo mejor es que sigas tomándolas una semana más – les aconsejó Andrea.

- Pero... ¿eso significa que hay algún problema? – preguntó Luisita con cierto nerviosismo por si la respuesta era afirmativa.

- No, tranquila, solo que los folículos necesitan madurar un poco más. Cada persona responde a un ritmo distinto a las hormonas pero de momento todo sigue bien.

- Entonces la semana que viene ya podemos empezar con la siguiente fase – dijo Amelia para asegurarse.

- Sí, la punción folicular – especificó – será una intervención corta, requiere algo de sedación pero no implica ningún peligro. – recalcó para que no se preocuparan. – Antes de que os vayáis, me ha llamado Jamie para preguntar si habíamos hablado ya con las chicas de la librería.

- Pues justo íbamos a pasarnos hoy porque entre que el domingo volvimos del viaje y que los lunes no abren, no hemos podido acercarnos antes.

- Cuando sepáis algo llamadme a casa que si no estoy yo estará Carlos – Amelia asintió – Otra cosa, también me ha dicho que el viernes van a organizar una discoteca para mujeres, por si os interesa.

- ¿Tú no vas? – preguntó Luisita.

- Le tuve que cambiar el turno a un compañero para ir a Londres así que me toca hacer guardia, pero bueno, vosotras os podéis animar que la noche es joven – dijo divertida.

- ¿Dónde es?

- En Liverpool, queda a una hora más o menos pero hay sitio para quedarse a dormir.

- Pues no suena mal – rodeó la cintura de su mujer con el brazo - ¿Tú qué dices?

- Bueno... ya veremos – miró el reloj – Y ya se va haciendo la hora de comer así que no te quitamos más tiempo, muchas gracias.

- No es nada, chicas, si para eso estoy.

- Hasta luego – se despidió Luisita con una sonrisa.

Decidieron dejar la visita a la librería para la tarde y volvieron al hostal a comer. Se encontraron con un comedor prácticamente abarrotado y con el trasiego habitual del mediodía, en el que resultaba muy difícil hacerse con un sitio. Tuvieron suerte y localizaron una mesa libre al fondo que en seguida ocuparon antes de que alguien se les adelantara.

- No te apetece ir, ¿verdad? – preguntó Luisita, refiriéndose al plan del viernes.

- ¿A ti te apetece?

- Eso es que no – dijo convencida porque si Amelia le devolvía la pregunta casi siempre significaba que no quería responder.

Amelia suspiró al ver que no le quedaba más remedio que decirle la verdad.

- Ahora mismo no – admitió – pero lo mismo el viernes sí, así que no sé.

- Si no vamos no pasa nada, ya habrá más fiestas. – no quería que se sintiera obligada. – Lo importante es que estés bien.

- Estoy bien, no te preocupes – dijo intentando aparentar normalidad.

Luisita estuvo unos segundos en silencio, mirando cómo le daba vueltas a la comida que tenía en el plato y segura de que seguía pensando en lo de ayer. Lo entendía perfectamente y sabía que lo mejor era dejarle su espacio pero también quería que este asunto se solucionara cuanto antes, aunque fuera de manera parcial, para volver a su particular normalidad.

ENTRE MADRID Y MANCHESTERWhere stories live. Discover now