Capítulo 24: No todo el monte es orégano

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Lunes, 8 de agosto de 1977

Desde que llegaron a la ciudad habían intentado ser precavidas en público con las muestras de afecto. Tenían la tranquilidad de saber que no acabarían en la cárcel y eso les permitía gozar de más libertad pero eran conscientes de que actuar como una pareja heterosexual haría, sin ningún tipo de filtro, sería cuanto menos imprudente. Quizá algún día podrían hacerlo sin temor a ningún tipo de represalia, en una sociedad que tratara todas las formas de amor con la misma normalidad pero hasta entonces tenían que protegerse. Todo era aún demasiado desconocido y lo más sensato era al menos hacerse antes una idea de cómo funcionaban las cosas allí y la manera de actuar de aquella gente que tenía una forma de vida bien distinta a la que ellas habían llevado hasta ahora. Amelia siempre se había mostrado más cuidadosa en este aspecto y en ocasiones puede que su afán de sobreprotección ante las posibles reacciones de los demás, pensando siempre más en las consecuencias que pudieran acarrearle a Luisita que a ella misma, la hubiera hecho coartarse más de lo debido. Luisita en un principio aceptó la situación pero con el paso del tiempo, al verse ya más integrada y con más confianza, fue cada vez atreviéndose más y arrastrando con ella a una Amelia que, aunque algo reticente, acababa por dejarse arrastrar.

Era el primer día de trabajo de Luisita y la morena insistió en acompañarla a toda costa, a pesar de haber quedado con Carlos en un punto que quedaba bastante lejos del despacho. Se levantaron temprano, fueron a desayunar a la cafetería de siempre y cogieron un autobús que las dejó a unas calles del lugar.

- Bueno, pues... aquí es – dijo Luisita deteniéndose frente al portal.

Se miraron unos segundos, aún agarradas de la mano y balanceando ligeramente los brazos sin querer soltarse. Había llegado el momento de separarse y poner fin a ese mes que para ellas había sido su particular luna de miel, un descanso que después de todo lo que habían pasado durante los últimos meses les había servido para sentir que recuperaban el tiempo perdido de alguna manera y que reafirmó aún más si cabía que estaban más unidas que nunca.

- Me paso a recogerte sobre las doce y ya nos vamos a comer por ahí, ¿vale?

- Amelia, no hace falta... que ya te vas a recorrer media ciudad.

- No me cuesta nada, en serio – dijo con convicción. – Además, así me quedo más tranquila.

- ¿Por si me escapo? – bromeó.

- Exactamente – y ambas rieron.

- Gracias por acompañarme – le sonrió con ternura.

- Déjate de gracias, anda – tiró de ella y se fundieron en un cálido abrazo.

Cuando se separaron volvieron a mirarse con una sonrisa tímida, como si fueran dos adolescentes despidiéndose después de una primera cita. Luisita se dejó llevar por esa impulsividad que la caracterizaba y por esas ansias de libertad que no habían hecho más que acrecentarse desde aquella reunión en Londres y aún más desde la fiesta del viernes. Sin pensárselo dos veces llevó su mano a la mejilla de Amelia y la besó en mitad de la calle, a la vista del resto de viandantes que pasaban por allí, sin importarle nada más.

- Suerte con lo tuyo, nos vemos luego – le dedicó una última sonrisa y se metió en el edificio antes de que su mujer pudiera replicar.

- Pero... - susurró de forma casi imperceptible.

Se quedó descolocada y miró instintivamente a los lados para comprobar si alguien se había percatado de lo que acababa de pasar. Mucha gente recorría las calles al ser la hora punta donde todos tenían que dirigirse a sus respectivos trabajos pero nadie pareció darle importancia. No era el primer beso que se daban en plena calle pero cuando lo hacían no solía haber mucho trasiego y podían pasar más desapercibidas. A pesar del desconcierto inicial no pudo evitar que se le escapara una pequeña sonrisa al recordar el beso y la naturalidad con la que Luisita se lo había dado... y con ese pensamiento en mente se puso en marcha para llegar a tiempo a su encuentro con Carlos.

ENTRE MADRID Y MANCHESTERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora