Capítulo 29: A buen entendedor, pocas palabras bastan

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Viernes, 2 de septiembre de 1977

Los días pasaron entre idas y vueltas del trabajo, alguna que otra reunión con las compañeras de la línea telefónica y los últimos preparativos de cara a la obra de teatro. La lesbian link, que habían instalado en la trastienda de la librería, ya estaba en funcionamiento aunque de momento solo estaba operativa los viernes. Dos personas se irían turnando cada semana para ocuparse de ella durante las horas estipuladas, con la posibilidad de ir ampliando poco a poco los horarios y los días dependiendo del flujo de llamadas, que esperaban que fuera aumentando con el tiempo gracias a la publicidad en algunas publicaciones y a los carteles distribuidos por la zona. Luisita y Amelia no habían tenido aún la oportunidad de estrenarse, ya que por comodidad la semana anterior se encargaron las propietarias de la librería y esta semana les coincidía con la representación.

Después de barajar varias opciones, se decidió que lo mejor sería que se hiciera en Londres. No era lo más cómodo para ellas pero entre la ilusión que les hacía participar y los ensayos que llevaban ya a sus espaldas tenían que ir sí o sí. El plan era coger un tren cuando Amelia acabara su turno en el restaurante y otro de vuelta a la mañana siguiente temprano para así poder llegar a tiempo, puesto que los sábados también tenía que trabajar. Con el alojamiento no tendrían problema, Jamie les había ofrecido su casa y pasarían la noche allí. De hecho ya tenían el resto del día organizado, después del teatro irían todas a cenar por la capital y también se había organizado una pequeña fiesta en el mismo local, aprovechando que lo tenían disponible hasta el día siguiente a mediodía. Iba a ser una jornada de lo más movida pero que apuntaba a ser de esas dignas de recordar.

- Mmmm... - murmuró Amelia al notar que la luz ya empezaba a colarse por las cortinas. Miró a Luisita de reojo que seguía abrazándola por detrás, durmiendo como un tronco, y la sonrisa le salió sola. Se quedó quieta para seguir disfrutando de la posición en la que estaban y cerró los ojos, esperando a que el sonido del despertador hiciera su trabajo cuando fuera pertinente.

¡Riiiing!

- Amelia... -susurró la rubia molesta, pidiéndole que lo apagara cuanto antes y eso hizo su mujer. - Gracias.

- Venga, cariño... que hay que levantarse. - dijo al sentir que volvía a abrazarla para no dejarla ir.

- Con lo a gustito que se está aquí... - le besó el hombro.

- Lo sé, pero es lo que toca - dijo acariciándole el brazo. - que hoy tenemos el día completito.

- Que sí, que voy... - bostezó y se estiró antes de incorporarse y quedarse sentada en la cama, con los ojos todavía entrecerrados por el sueño.

- ¿No me vas a dar un beso de buenos días? - preguntó Amelia ya sentada con la espalda apoyada en el cabecero de la cama.

- Sí... - sonrió y se acercó para dárselo.

- Y ahora... - le levantó un poco la camiseta y le besó la barriga como llevaba haciendo desde hacía dos semanas. - Para que nos dé suerte.

- A lo mejor ya está ahí dentro.

- Ojalá - sonrió con ternura solo de pensarlo y volvió a besarla. - Vamos a prepararnos, anda.

Se vistieron, dejaron algo de ropa lista para el viaje de por la tarde y fueron a la cafetería de siempre a desayunar, como cada mañana.

**

Amelia se acercó por detrás y le cogió la mano, pillando por sorpresa a su conquista.

- Si con mi mano estoy profanando la suya, tan celestial altar, discúlpeme. Mis labios, cual peregrinos sonrojados, suavizarán el áspero tacto con un beso - se la besó.

ENTRE MADRID Y MANCHESTERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora