PRÓLOGO I: EL MOMENTO DE DAR UN PASO AL FRENTE

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La vida es cambio. Una sucesión de idas y venidas que unas veces te componen y otras te descomponen pero que, en el caso de Luisita, no te dejan indiferente.

Corría el año 1975 y una joven de cabellos rubios estaba estancada en una rutina permanente que batallaba con sus ansias de encontrar su sitio en el mundo. Se pasaba el día de bar en bar y no precisamente divirtiéndose, más bien todo lo contrario. Se sentía agradecida por la oportunidad que su hermana María le había dado en el King's y también ayudaba encantada a su familia con El Asturiano cuando hacía falta, sin embargo, notaba que no era suficiente. Sin una vocación definida, parecía dar tumbos de un lado a otro sin rumbo fijo. No sólo le preocupaba el terreno laboral, también el personal. Es cierto que tenía una familia maravillosa, con sus cosas, pero que se profesaban un amor y un respeto que era dignos de admirar. Sus inquietudes provenían del ámbito sentimental y es que, aunque había tenido unos cuantos líos con chicos en el pasado, con ninguno de ellos había acabado de congeniar.

Combinando su frustración profesional con esa sensación de que el amor no estaba hecho para ella, Luisita veía los días pasar resignadamente. En lo más profundo de su ser, esperaba que algo cambiara radicalmente el monótono rumbo que había tomado su existencia. Esa Luisita inocente e inexperta, nunca habría imaginado su vida de la manera en la que ahora la concebía.

Y es que ahora, en pleno 1977, sólo podía pensar en que al despertar vería esos mismos ojos que la deslumbraron en la barra del King's una mañana cualquiera de Septiembre. Aquella Luisita de 1975, tan cercana y tan lejana al mismo tiempo, no había encontrado ese algo sino a ese alguien. Alguien que le cambió la forma de ver la vida y de verse a sí misma. No fue un proceso fácil, habían sido dos años llenos de autosuperación y aceptación que la habían transformado por completo. Y con esa persona, con Amelia, empezaría hoy a caminar lejos de aquel lugar testigo de sus alegrías, de sus tristezas y de todo aquello que la había llevado a ser la persona que era en ese preciso instante.

Había llegado el momento de dar un paso al frente y, para ello, debían marcharse a pesar del vínculo emocional tan fuerte que habían creado con ese lugar y sus gentes. Sabía que sería un día difícil en el que tendría que despedirse de su familia, aquella que le había dado todo y por la que, irónicamente, también había decidido emprender ese viaje. En su mente vislumbraba un futuro en el que su familia con Amelia aumentara, y ese sueño sólo era posible lejos de aquella plaza que la había visto crecer. Aunque la distancia la fuera a separar físicamente de sus padres, de sus hermanos y de su abuelo, su intención era tenerles más presentes que nunca y hacerles partícipes de su felicidad. Aquella felicidad de formar su propia familia junto al amor de su vida y poder compartirlo con los que más quiere. Algo en su interior le decía que esto no era más que un hasta luego y que volverían. Quizás incluso antes de lo que tenían previsto. 

ENTRE MADRID Y MANCHESTERWhere stories live. Discover now