Capítulo 31: A falta de pan, buenas son tortas

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Sábado, 10 de septiembre de 1977

- Me alegro mucho de que haya acabado todo bien, que cuando hablamos con él estaba muy angustiado porque no quería ir.

- Pues ya ves, hija, ahora dice que sí quiere. Esperemos que le toque hacerla por aquí cerca.

- Seguro que sí. Bueno, te paso con Luisita que querrás hablar con ella.

- Vale, un abrazo, Amelia.

- Igualmente, adiós, adiós. - le pasó el teléfono a su mujer. - Voy a ver si llego a tiempo.

- Suerte - la besó y la vio salir por la puerta con una sonrisa - Ya estoy contigo, mamá.

- Cuéntame, ¿ya empieza a hacer a frío por allí?

- Sí, ya refresca por las noches.

- Claro, ya lo sospechaba yo... pues abrigaos bien, eh. Que sobre todo tú te tienes que cuidar.

- Sí, mamá.

- ¿Y el tratamiento?

- Bien, de momento sigo haciendo todo lo que me mandan y en la próxima consulta nos dirán algo más - mintió.

- Bueno... tú haz caso que los médicos son los que saben.

- Que sí, que soy obediente... y si no lo fuera tengo a Amelia que no me pasa ni una - bromeó para disimular la incomodidad que le provocaba aún hablar del tratamiento.

- Si ya sé yo que Amelia te cuida mucho.

- Hace un par de días la llamaron para hacer una prueba - intentó cambiar de tema.

- ¿De verdad? Pero eso es una buenísima noticia.

- Es una sustitución pequeña pero por algo se empieza.

- Claro que sí, poco a poco.

- Aunque ya sabes cómo es, hasta que no se lo confirmen se pone en lo peor.

- Mientras tiene el trabajo ese del restaurante, ¿no?

- Sí, parece que están contentos con ella.

- Mejor. ¿Tú en el despacho vas bien?

- Sí, sí, son todos muy simpáticos y en seguida le he cogido el tranquillo.

- ¿Y te guardan el puesto durante el embarazo?

- Eh... no lo hemos hablado pero supongo que sí. Aunque yo tengo pensado ir igualmente mientras pueda.

- Eso depende de cómo lleves el embarazo, que hay algunos que se complican más que otros y lo primero es la salud, hija.

- Lo sé.

- Si es por dinero nosotros os podemos mandar algo, que algunos ahorros tengo.

- No hace falta, de verdad, nos apañamos bien.

- Bueno...

- Te voy a tener que dejar porque creo que Amelia va a necesitar refuerzos.

- ¿Y eso?

- Nada, que hay huelga de panaderos y como falta pan se forman unas colas tremendas.

- Eso pasó aquí también hace unas semanas, menos mal que ya ha vuelto todo a la normalidad porque el bar sin pan ya te puedes imaginar.

- Ya... si Amelia tenía que trabajar hoy pero les han dado el día libre porque no hay suficiente género.

- Pues ojalá se solucione pronto.

ENTRE MADRID Y MANCHESTERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora