Capítulo 49: No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy

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Lunes, 26 de diciembre de 1977

Vueltas, vueltas y más vueltas. Había dado tantas vueltas en la cama que Amelia seguro que habría preferido dormir en el sofá aquella noche. Le había dado tantas vueltas a la cabeza intentando buscar las palabras adecuadas que ya no sabía ni dónde la tenía. Y le estaba dando tantas vueltas al café que lo más probable es que se le hubiera quedado ya frío.

— Ah, estás aquí, charrita.

Luisita levantó un poco la vista y le dedicó una media sonrisa.

— Buenos días, abuelo.

— ¿Cómo es que has madrugado tanto?

— En realidad me he desvelado y no quería molestar a Amelia.

— Ya veo... — cogió una taza del armario y se sentó a su lado. — Me barrunto yo que lo que pasó anoche tiene algo que ver con tus desvelos, ¿o me equivoco?

— No, no se equivoca. — fijó la vista en el café. — Siento haber reaccionado así, vosotros no tenéis culpa de nada.

— Por mi parte está más que olvidado — dijo mientras se servía. — Aunque deberías aclarar las cosas con tus padres, se quedaron muy preocupados.

En ese momento se dio cuenta de cuánto había echado de menos las conversaciones con su abuelo. Era muy fácil hablar con él porque sabía que, aunque no entendiera o compartiera su postura, nunca la iba a juzgar. Había sido su confidente, su consejero y hasta su encubridor desde que tenía uso de razón y le alegraba comprobar que a pesar de haberse ido lejos, hay cosas que nunca cambian.

— Lo sé... y justo lo que quería evitar era darles preocupaciones.

— ¿Tenéis problemas en Manchester? — preguntó sin medias tintas.

— No, bueno... más bien el problema soy yo. — Pelayo torció el gesto. — No he podido quedarme embarazada.

— Vaya... lo siento mucho.

— Supongo que no era el momento. — dijo con resignación, disimulando el dolor que le seguía produciendo hablar del tema.

— ¿Qué pensáis hacer?

— Hay que repetir el tratamiento desde el principio pero nos dijeron que tienen que pasar unos meses entre un intento y otro para que el cuerpo se recupere.

— Bueno, ya verás como el tiempo se os pasa volando.

— En realidad... en enero ya puedo hacerlo.

Pelayo frunció el ceño confuso.

— ¿Desde cuándo sabéis que el tratamiento ha salido mal? — bebió un poco.

— Desde septiembre... — murmuró, notando el peso de la mirada de su abuelo sobre ella. — Lo siento, os lo tendría que haber dicho pero como no podíais hacer nada pensé que lo mejor era evitaros el disgusto.

Su abuelo se quedó unos segundos en silencio y dejó la taza de nuevo en la mesa.

— A mí lo que me preocupa es eso que has dicho antes de que el problema eres tú. ¿Eso es lo que os han dado a entender los médicos?

— No... es solo una sensación mía. Me hicieron pruebas antes de empezar y todo parecía estar bien pero aun así no ha funcionado.

— Bueno, es un tratamiento experimental. Todavía tendrán cosas que pulir. — razonó.

— Supongo...

— En peores plazas habéis toreado, ¿no? — Luisita sonrió ligeramente. — Pues ya está. Todo acabará saliendo bien, estoy convencido.

ENTRE MADRID Y MANCHESTERWhere stories live. Discover now