Capítulo 3: Donde lloran dos, lloran seis

721 60 1
                                    

Marisol se asomó disimuladamente al salón, cerciorándose de que no interrumpía nada. Había escuchado voces y después de comprobar que, efectivamente, el ambiente estaba especialmente emotivo, supuso que era mejor dejarles solos. Sin embargo, alguien ya se había percatado de su presencia.

- ¿Merysun?

- Hola chicas, no quería interrumpir, he visto que estabais hablando con el abuelo y...

- Que no pasa nada, – interrumpió Luisita – si hemos venido a despedirnos de todos, dile a los demás que ya pueden salir de su escondite.

- Sí, si yo ya me voy, charritas – les dio dos besos – y lo dicho, os tomo la palabra así que espero una visita vuestra.

- Eso está hecho – dijo Amelia.

A la vez que Pelayo salía por la puerta, los cuatro hermanos entraron en manada al salón, capitaneados por Catalina y Ciriaco que se lanzaron a abrazarlas.

- Pero bueno, qué despliegue de afecto, ¿no? – dijo Luisita emocionada.

- Os vamos a echar mucho de menos. – confesó Catalina, aferrándose a su hermana.

- ¿Seguro que os tenéis que ir? 

Luisita y Amelia se miraron entristecidas. Al ser todo tan repentino, no habían tenido mucho tiempo para explicarle en condiciones a los pequeños el motivo de su marcha. Además, no sabían como hacerlo, porque era complicado encontrar las palabras adecuadas para explicarle a dos niños que los bebés se podían llegar a engendrar en un laboratorio, sin necesidad de que hubiera un padre de por medio.

- Sí... Amelia y yo tenemos que ir al médico, para que nos ayude a tener hijos.

- Y que así podáis tener un sobrino o una sobrina – añadió Amelia.

- ¿Los médicos de aquí no os pueden ayudar...?

- No, Ciriaco... por eso vamos a preguntarle a otros.

- ¿Y cuándo volvéis?

- Bueno... no lo sabemos aún, depende de lo que nos diga el médico – contestó Luisita – pero vosotros no os preocupéis por eso, que nosotras estaremos bien, y llamaremos para hablar con vosotros.

- Una pena que no vayamos a poder ir más con papá a ver al Atleti...

- Pero lo comentaremos por teléfono, confío en ti para que me vayas poniendo al día, eh – le dijo Amelia cariñosamente, revolviéndole el pelo.

- Eso está hecho – sonrió ligeramente.

Luisita se preparó para la inminente intervención de Manolín sobre qué cuñado era el favorito de Amelia, sin embargo, los últimos acontecimientos le hicieron quedarse en un segundo plano observando la escena en silencio.

- Hermanito... - se acercó a él y le abrazó – aunque estemos lejos, pase lo que pase siempre puedes contar conmigo, lo sabes, ¿verdad? – dijo mirándole a los ojos, consciente del mal momento que estaba pasando su hermano tras la muerte de Estrella.

- Lo sé – le contestó, acordándose de todas las veces que le había ayudado su hermana mayor – y yo estoy deseando conocer a mi futuro sobrino o sobrina así que ya os podéis poner manos a la obra.  – añadió mirándolas a las dos, haciendo que Amelia se acercara también para abrazarlo. 

Aunque siempre debatían de broma sobre quién era el favorito de Amelia, lo cierto es que por Manolín sentía cierta debilidad. Detrás de esos comentarios bromistas que siempre le soltaba, sabía que Manolín sentía un cariño inmenso por ella, hasta el punto de considerarla un modelo a seguir. No estaba acostumbrada a verle tan apagado, y por eso no pudo evitar emocionarse más de lo que había previsto.

ENTRE MADRID Y MANCHESTEROnde histórias criam vida. Descubra agora