Capítulo 25: Hoy por ti, mañana por mí

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Martes, 9 de agosto de 1977

Acudieron a la clínica tal y como tenían previsto y los resultados fueron los esperados, después de dos semanas de hormonación ya estaba todo listo para dar el siguiente paso: la punción folicular sería dentro de dos días. Al tratarse de una operación ni los familiares podían pasar a quirófano por lo que Amelia tendría que esperar fuera hasta que acabase y luego visitar a Luisita cuando la subieran a planta para tenerla en observación. Una vez pasado el efecto de la sedación y si no se produjeran complicaciones, podría solicitar el alta sin problema ese mismo día. Era recomendable que guardara reposo al menos durante ese día y después ya podría hacer vida normal sin hacer excesivos esfuerzos la primera semana. 

- Espero que Andrea pueda salir antes el jueves y quedarse contigo porque si no... - dijo Amelia ya en el autobús camino a casa de sus amigos para recoger a Carlos.

- Si no, ¿qué? ¿vas a faltar al trabajo?

- No sé, puedo intentar hablar con el jefe para ver si me deja recuperar las horas otro día.

- Hoy es tu primer día, Amelia - replicó - no estás como para ir pidiendo favores y menos por una cosa así.

- ¿Y qué quieres que haga? ¿Que te deje sola?

- No pasa nada porque me quede en la habitación hasta que vuelvas. 

- Ya, ¿y si quieres ir al baño?

- Pues ya me las apañaré como pueda.

- Que no - dijo rotundamente -  si Andrea no puede ya veré cómo lo hago pero no pienso dejar que te quedes sola.

Luisita resopló ante la cabezonería de su mujer y se bajaron en la siguiente parada.

- Pasad – las recibió Carlos. – Muchas gracias por quedarte con el niño, Luisita.

- Yo encantada – entró al salón y vio a David sentado en el sofá. - ¿A quién tenemos aquí?

David empezó a reír y en seguida hizo un amago de querer irse con ella así que le cogió en brazos.

- Hay que ver lo que le gustan los brazos – dijo Carlos. – Bueno, voy un momento a terminar de arreglarme, tardo nada – y desapareció por el pasillo.

- Qué rápido me cambias por otra – bromeó Amelia.

- Normal, es que yo soy más simpática, ¿a que sí? – le preguntó al niño y le dio un beso en la cabeza.

- Porque no la has visto cuando se enfada.

- ¿Lo ves? Ahora me quiere dejar mal delante de ti porque le doy envidia – siguió dirigiéndose al pequeño.

- ¿Yo? ¿Envidia de ti? Más quisieras – le siguió la corriente y David se partía de risa con su teatrillo.

- ¿Le das un besito a Amelia para que se le pase ese mal humor?

Amelia le puso la cara y el niño lo hizo encantado.

- Si es que te como a besos – dijo Amelia dándole un besazo en el moflete como respuesta.

- ¿Y a mí? – preguntó Luisita con cara de no haber roto un plato en su vida.

- Me lo tengo que pensar.

Carlos apareció de nuevo ya preparado para salir.

- ¿Nos vamos?

- Sí – se acercó y le dio un beso de despedida a su mujer. – David vigílamela, que se porte bien.

- Serás tonta – dijo la rubia riendo.

- No le des mucho la lata a Luisita, eh – se despidió Carlos también de su hijo. – En la cocina hay potitos para cuando le entre hambre, los pañales en su habitación, los chupetes los tiene en el primer cajón de la cómoda... no sé si me dejo algo más –

ENTRE MADRID Y MANCHESTERWo Geschichten leben. Entdecke jetzt