Capítulo 10: No hay rosa sin espinas

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- Siento mucho no poder llevaros, chicas, pero es que tengo mucho lío en el despacho y me quedaré a comer allí. Ya he pedido el favor para poder acompañaros a la clínica y...

- No te preocupes – la interrumpió Amelia – ya has hecho bastante, de verdad.

- Y nos ha quedado claro lo del autobús así que sin problema.

- Bueno... pues mañana nos vemos.

Eran las 12 del mediodía así que aún les quedaban un par de horas hasta la comida con Andrea y Carlos. Volvieron al hostal y Luisita aprovechó para llamar a sus padres, suponiendo que a esas horas estarían en el bar.

- Bar El Asturiano, dígame.

- Papá, soy Luisita.

- ¡Luisita! ¿Cómo vais por allí?

- Bien, ya estamos instaladas en el hostal y Sandra nos está ayudando mucho.

- Qué bien, tu madre ya estaba preocupada porque no llamabais.

- Es que hemos estado toda la mañana en la clínica, que hemos ido a informarnos.

- ¿Y todo bien?

- Sí, mañana tenemos que volver para que me hagan pruebas y empezar con el tratamiento.

- Me alegro mucho, hija. ¿Tú estás bien?

- Sí, papá, no te preocupes.

- ¿Seguro?

- Seguro.

- Bueno... pues me dejas más tranquilo. ¿Está por ahí Amelia? que la salude.

- Mi padre, que quiere hablar contigo – le dijo a Amelia, con el auricular en la mano.

- ¿Marcelino?

- Hola yerna, ya me ha dicho Luisita que estáis estupendamente.

- Estamos teniendo mucha suerte, sí.

- Lo que os merecéis, que ya habéis pasado mucho...

- A ver si nos dura la racha.

- Seguro que sí. Oye, Amelia, lo que comentamos el otro día de mi hija...

- Está todo bajo control.

- Que ya sabes cómo es...

- Sí, sí, tu tranquilo Marcelino que yo me ocupo de todo.

- Muchas gracias.

- No tienes que darlas, si yo soy la primera que quiere que todo esté bien. Bueno, te paso con Luisita para que sigáis con vuestras cosas, ¿vale?

- Claro, un abrazo yerna.

- Un abrazo, adiós, adiós. – y le pasó el teléfono de nuevo a su mujer – voy al baño – dijo en voz baja, por si se escuchaba algo al otro lado de la línea.

- ¿Papá?

- Aquí sigo, hija.

- ¿Estabais hablando de mí?

- ¿Nosotros? En absoluto, ¿por qué dices eso?

- Porque os conozco, y tu tono me lo confirma.

- Le he comentado un poco así por encima la pretemporada del Atleti, lo que solemos hacer normalmente, vamos.

- Papá...

Manolita salió de la cocina y al ver a Marcelino al teléfono le hizo un gesto, preguntando quién era.

- Es Luisita – dijo separándose un poco del auricular.

ENTRE MADRID Y MANCHESTEROù les histoires vivent. Découvrez maintenant