Capítulo 12: El saber no ocupa lugar

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- Lui-si-ta, Luisita Gómez, Gó-mez. A ver, a ver, que soy su ma-dre que quiero hablar... ha-blar, con Lui-

- Speak, Manuela, speak, speak.

- Que quiero speak... que me ha colgao, que me ha colgao, Marcelino. Te digo una cosa, eh, mira que son cortos de entendederas estos ingleses.

- A ver también piénsalo tú, eh. Aquí nos llama un sueco hablándonos en sueco pues a lo mejor también le colgamos, porque no nos enteramos de na.

- Pues nada, ya llamarán ellas cuando tengan algo que decir.

- Que sí, mujer, si ayer hablaste ya con ellas... tranquilidad.

- Si, si está claro que no voy tampoco a llamarlas un día sí y otro también.

- Y encima nos sale por un pico. 

Mientras Manolita intentaba ponerse en contacto con ellas, Luisita y Amelia ya se encontraban en la clínica para hacerse las pruebas necesarias antes de empezar con la fecundación.

- En la ecografía está todo bien – dijo Andrea – y mañana tendremos los resultados de las analíticas.

- ¿Nos pasamos a la misma hora mañana? – preguntó Luisita, bajándose de la camilla.

- No hace falta, yo os llamo cuando los tenga y así no tenéis que tomaros la molestia. ¿Cuándo empiezas a menstruar?

- En unas dos semanas.

- Pues si no hay nada irregular en los análisis, hasta que no te venga el periodo no tendríais que volver.

- Para empezar con la estimulación ovárica – intervino Amelia para asegurarse, porque eran tantos los detalles que no venía mal repasarlos.

- Eso es, le haré una ecografía y si los ovarios están en reposo ya podemos empezar con las hormonas. Como os expliqué, sería una inyección diaria durante 8 días, y si vemos que hace falta un poco más podrían ser hasta 14.

- Para que haya más posibilidades, ¿no?

- Sí, aumentaremos el número de ovocitos que fecundar y así tendremos más oportunidades. – miró a Luisita, que parecía preocupada – De todas formas, ahora no penséis en eso, paso a paso que el estrés no es bueno para el tratamiento.

Aunque estuvieran seguras de su decisión, albergaban cierto temor a que el tratamiento no fuera como esperaban, que se complicara más de lo debido. Por eso agradecían infinitamente que Andrea estuviera implicada, confiaban en ella y en sus capacidades, así que por esa parte encontraron algo de consuelo. 

De camino al hostal pararon a comprar comida y tras darle varias vueltas, porque Amelia insistía en que Luisita tenía que empezar a cuidar la alimentación, decidieron probar el famoso fish and chips. No les desagradó, pero no tenía ni punto de comparación con la comida española. Donde estuvieran unos buenos callos de los que servían en El Asturiano, o una tortilla de patatas, que se quitara todo lo demás. Desgraciadamente, no les quedaba otra que acostumbrarse a la gastronomía inglesa. Se sentaron en el comedor común del hostal y aprovecharon para compartir impresiones después de la visita a la clínica.

- Estas dos semanas nos las tenemos que tomar con calma, vamos a pensar en otras cosas.

- Perdón por estar dándole vueltas todo el rato – se disculpó.

- Cariño... - le cogió la mano – es normal que se las des, y más siendo tú la que se va a someter al tratamiento. Me refiero a que nos vendría bien distraernos y no obsesionarnos con el tema.

ENTRE MADRID Y MANCHESTERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora