Capítulo 20: El pasado siempre vuelve

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1 de agosto de 1977

El uno de agosto marcaba el inicio de uno de los meses más decisivos de sus vidas. Cada vez se iban acercando más a su objetivo, y es que si todo iba según lo previsto, a finales de mes obtendrían esa respuesta que tanto ansiaban conocer pero que al mismo las tenía atemorizadas. Toda moneda tenía dos caras y eran conscientes de que podían llevarse tanto la mejor de las noticias como la mayor de las decepciones. La agrupación de lesbianas les vino como un soplo de aire fresco, justo cuando más necesitaban mantener la mente ocupada. Su intención era repartir el tiempo entre las actividades que ya tenían planeadas, como la línea telefónica y la obra de teatro, y la búsqueda de trabajo. Todavía les quedaba un pequeño colchón económico gracias al dinero que les dio Benigna, pero tampoco debían confiarse y querían empezar a ahorrar cuanto antes por lo que pudiera pasar. Por el momento se apañaban bien en el hostal aunque, después de casi un mes allí, ya comenzaban a echar de menos esa libertad que les proporcionaba tener una casa para ellas solas, sin aguantar los ruidos de las habitaciones contiguas ni tener que preocuparse de compartir los espacios comunes con el resto de huéspedes. Su situación había mejorado con respecto a la que tenían en Madrid pero seguían sin atreverse a actuar como una pareja delante de desconocidos. Recordaban con cierta nostalgia las vivencias en su antiguo piso que cada vez les resultaban más lejanas. Su vida había experimentado un gran cambio durante estas tres semanas, se habían visto obligadas a adoptar el horario inglés porque allí todo funcionaba en torno a él. Al igual que habían acabado cambiando la antes conocida como "hora de la siesta" por la "hora del té" en la que solían quedar con Sandra para ponerse al día y desconectar.

- Como te lo contamos, fuimos para ver de qué iba la cosa y hemos acabado comprometidas para representar Romeo y Julieta dentro de un mes – explicó Luisita ante la sorpresa de su amiga.

- Os van a pasar más cosas en tres semanas que a mí en todo el tiempo que llevo ya aquí – dijo Sandra entre risas, removiendo el café.

- Pues sí... no nos lo esperábamos, pero vamos, que nosotras encantadas – dijo Amelia.

- Eso está bien, que os vayáis integrando. ¿El tratamiento cómo va?

- Bien, mañana volvemos a la clínica para que me hagan una prueba y ver si ya estoy preparada para el siguiente paso.

- ¿Tienes efectos secundarios con las hormonas?

- Qué va, todo genial – afirmó – Fíjate que yo pensaba que sería peor.

- Bueno... ayer casi la tengo que llevar en brazos de vuelta al hostal. – discrepó la morena.

- No le hagas ni caso – hizo un gesto con la mano restándole importancia – me dio un mareo de nada porque había desayunado poco y el viaje me sentó regular, pero no tiene que ver con las hormonas.

- Ya, un mareo de nada... mira que te insistí para que desayunaras bien – le recriminó.

- ¿Y qué le hago si no tenía apetito? – se encogió de hombros.

Amelia se limitó a suspirar y prefirió concentrarse en su café.

- Bueno, cambiando de tema... ¿qué tal el inglés? ¿os están sirviendo los libros que os dejé?

- Ahí vamos... esto de las palabras que parece que significan como en español y luego son otra cosa lo llevo bastante mal – confesó la rubia, y observó de reojo como Amelia intentaba aguantarse la risa - ¿qué te hace tanta gracia? – preguntó con indignación.

- Es que... me he acordado de lo que nos pasó el otro día – Luisita la atravesó con la mirada, intuyendo lo que iba a decir – que me dijiste que habías visto a una chica embarrassed pensando que era embarazada, y claro, como eres tan disimulada para hablar... pues te escuchó y nos miró con una cara... - acabó soltando toda la risa reprimida con una sonora carcajada.

ENTRE MADRID Y MANCHESTERWhere stories live. Discover now