Capítulo 51: Dime con quién andas y te diré quién eres

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Después de degustar las maravillosas John Wayne, Devoción recogió la mesa sin permitir que se levantaran para ayudarla y luego fue a buscar el álbum de fotos. Se colocó entre las dos en el sofá para que todas pudieran verlas bien y pasó de golpe tres de las primeras páginas. Amelia sabía perfectamente qué fotos se había saltado, eran las fotos de su boda. Agradeció el gesto aunque aquello no hizo más que confirmarle que repasar el álbum familiar no era una buena idea. Al final, por mucho que lo intentaran y que lo quisieran, no podían borrar por completo la presencia de su padre ni los malos recuerdos que tenía asociados con algunas de esas fotos por su culpa. Ni siquiera podían mirar hacia el futuro con esperanzas porque él seguía ahí. No estaba en casa, pero sí en sus vidas.

Y nunca se iba a ir.

Definitivamente abrir el álbum familiar había sido una idea horrible, pero Amelia decidió hacer un esfuerzo. Por las dos. Por su madre, que se había ofrecido a enseñarlo con toda su buena intención, y por Luisita, a la que le hacía ilusión verlas y conocer más sobre ella.

— Mirad, esta es la primera foto que tengo de Amelia.

En ella salía Devoción sentada en una silla con la Amelia bebé en brazos.

— Qué pequeña, por favor... — dijo Luisita con ternura.

— Aquí tendría un par de semanas, acabábamos de salir del hospital. Yo quería tenerla en casa pero hubo unas complicaciones y nos recomendaron que fuéramos allí. — explicó. — En cuanto pude me la llevé a un estudio de fotografía para poner tener un recuerdo de cuando nació. — sonrió pasándole las yemas de los dedos a la foto.

— Ya se le ve cara de lista.

Amelia sonrió al verle el brillo en los ojos mirando su foto.

— Y tanto... ahí donde la ves ahora, tan tranquila, de pequeña era todo un terremoto.

— Ah, ¿sí? ¿Hacía muchas trastadas?

Amelia ya le había comentado algo al respecto, pero ya que estaba allí iba a intentar sacar toda la información posible.

— Unas cuantas. Recuerdo un día que no paraba de llover y Amelia se empeñó en jugar al balón. Como no podía salir fuera, se puso a jugar con su hermano en el pasillo haciendo como que las puertas eran las porterías y una de las veces que lo lanzaron tiraron un jarrón que me había regalado una tía mía... menos mal que no tenía mucho valor.

Amelia agachó la mirada, recordando las consecuencias que tuvo aquella chiquillada. Su madre nunca llegó a enterarse, pero ella no iba a olvidar jamás ese miedo que sintió cuando vio aparecer a su padre con un cinturón en la mano.

— Así que ya apuntaba maneras la colchonera... — dijo Luisita divertida, como si nada, hasta que miró a su mujer y vio que no estaba para bromas. — Amelia, ¿estás bien?

— Sí, sí... es que me ha venido de pronto el cansancio acumulado. — intentó disimular, restregándose los ojos. 

Luisita no se quedó nada convencida con su explicación y un rato después, cuando terminaron y se fueron a la habitación, quiso aclarar lo que estaba pasando antes de meterse en la cama.

—Amor, ¿qué pasa?

— Nada, ¿qué va a pasar? — acabó de ponerse el camisón.

— Amelia... que soy yo. — se acercó y le agarró la barbilla para que dejara de evitarle la mirada. — Han sido las fotos, ¿no?

Amelia asintió ligeramente con la cabeza.

— Pero ya está, estoy bien. — insistió, aunque a ella no podía engañarla.

ENTRE MADRID Y MANCHESTERTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang