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AMOR EN TIEMPO DÍFICIL

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Con el paso del tiempo, me doy cuenta de lo caótico que se ha vuelto todo. No ha pasado demasiado tiempo desde que Paula y Elliot terminaron, se siente extraño; no verla. Ella había sido parte de la vida de nosotros durante mucho tiempo que se siente raro, Paula era buena para la vida de Elliot y me siento culpable.

Había hablado con él después de eso y aunque me disculpé del mismo modo que él lo hizo, sé que ella no regresó. Intenté localizarla para disculparme, pero no di con ella. La tierra no se la tragó, sé que aun trabaja donde mismo, pero quiere esconderse y no la voy a presionar.

Bebo de la copa de vino que me ofrecieron en este lugar, la atención era muy buena he de decir y claro que me siento como una de esas mujeres importantes que salen en las revistas que asisten con famosos y reconocidos diseñadores de vestidos. Estoy sentada en uno de los sillones de cuero blanco que ahora entiendo por qué la advertencia de no traer niños a la tienda.

—¿Te imaginas estar aquí un día? —me preguntó Josette, ella tenía un vaso con agua mineral, por supuesto que aún se le hacía agua la boca por el vino, pero desde que decidió esperar para decirle a Dave la noticia del embarazo, se ha mantenido sana, muy sutilmente mientras él no se enterara por su cuenta.

Pensé en su pregunta y sí, era mi sueño de adolescente. Como toda ilusión de niña lo pensé, me imaginé un día recorriendo un pasillo para llegar hasta donde estaba el amor de mi vida. Bueno, ahora eso no lo veo como una prioridad, no como antes. Lo primero que se viene a mi mente ahora es el siguiente cumpleaños de mi hijo, el número tres, en los preparativos de hacerle su mejor fiesta, que es unos días después de Emmaline.

—La verdad es que eso ya no es un sueño —admití—. Lo que yo quería para mi futuro hace cuatro años era muy distinto a lo que tengo hoy. Ya tengo veintidós años, mis prioridades cambiaron y mis sueños ahora son que los sueños de mi hijo se realicen.

—¿Ni siquiera con Liam? —Josette se acomodó mejor y comenzó a hacer una mueca y en las últimas semanas era muy habitual de ella. Las náuseas.

—Con Liam todo es lento y le agradezco que sea así porque no me presiona a dar pasos que no me siento segura de dar, y antes de que me quieras preguntar sobre Elliot, tampoco lo pensé.

—Los Prescott son muy difíciles de entender lo que quieren.

—¡Las oí! —gritó Emma desde el pasillo.

Venía con una enorme sonrisa en el rostro, y es que verla a ella era tan... mierda, me sentía muy feliz por ella. Su vestido de color crema, sencillo como es ella que sin embargo lo hace brillar con todas las chispas de felicidad que desprende con su sonrisa.

La falda era de volantes que se dejaban caer desde su abdomen, claro que cubrían la parte que su embarazo ya reflejaba. No tenía tantas semanas, pero su vanidad no la dejaba llevar algo entallado para no demostrarle al mundo que todos tenían razón y que ella se casaría embarazada.

Las tiras en su espalda dejaban ver muchas cicatrices pequeñas que nunca ha tenido miedo en ocultar, y esa que su escote dejaba al descubierto en el pecho eran quemaduras por lo mucho que había luchado para sobrevivir. La admiraba por lo fuerte que fue, por lo valiente que fue al enamorarse de nuevo a pesar de verla a los ojos y notar que aun hay un pequeño toque de tristeza.

La chica de mis pesadillas [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora