24.

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PLATÓNICO

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—¿Estás loca, Emma?

Mi hermana me observó, tenía una ceja elevada y parecía demasiado segura con lo que me estaba diciendo. Sus ojos verdes me escrutaron unos segundos antes de encogerse de hombros. Se veía muy relajada como para darme esa noticia.

—Ya lo decidí.

—Eso te hace ver incluso más loca —le aseguré.

—Estoy enamorada.

Fruncí el ceño, porque de eso no me quedaba ni la menos duda.

—Ni siquiera lo has pensado, Emmaline.

—Créeme, lo he hecho. Decidí que quiero dar este paso con Alec porque lo amo, estamos juntos porque nos amamos y es un gran avance para nuestra relación tomar esta decisión, lo hemos pensando ambos y no vemos esto como una estupidez.

Ambos nos encontrábamos sentados frente a frente, cada uno en una de las sillas que mamá tenía exclusivamente para relajarse y leer, o solo pensar. Eran cómodos asientos acolchonados que había adquirido hace unos años en Target, en oferta, y cuida tanto de estas sillas que incluso ha hecho que papá las mande a tapizar dos veces. Emmaline y yo decidimos dentarnos a relajar un rato, yo invité las cervezas que era un poco tarde, como solía hacerse para nosotros los días grises, como los llamaba Emma. Eran los días que Robbie no estaba conmigo.

—No estaba listo para que me dieras esa noticia, debo admitir. —Me pasé la mano por la nuca y suspiré—. Pero si eso te hace feliz, solo hazlo.

—¿Crees que es una mala decisión?

—No lo creo, Alec te hace feliz y eso por fin les dará la privacidad de estar solos. Acuérdate que una vez encontré a Dave con Hannah en su habitación desnudos y sudorosos.

—¡Elliot! —Ella soltó una carcajada y le seguí porque ese día había sido uno de los más incómodos de mi vida.

Recuerdo como la madre de Lilia se puso roja, tratando de contener las lágrimas por la vergüenza. Mi hermano me gritaba que me largara de la habitación pero yo no podía moverme por lo impresionado que estaba y lo estúpido que me sentía en ese momento.

—Solo te recuerdo para que no alcancemos a vivir eso de nuevo. Aunque conociendo a Alec, él no correrá como lo hizo Hannah, él me mostraría su pene y me diría algo como "Mira lo que se come tu hermana".

Emmaline escupió todo su trago y se puso colorada. Comencé a reírme de nuevo porque tenía razón. Emma se limpió la barbilla y retiró el exceso de su blusa, intentando secarse, pero ni siquiera me intentaba mirar a los ojos porque había mucha verdad en mis palabras.

—Eres un asqueroso, Elliot Dee —reprendió con una mueca de disgusto—. Tú también deberías irte de esta casa, te hace falta tener sexo con alguien urgentemente. Mamá se quejó de lo sucio que estaba el baño.

Alcé mis manos, con inocencia.

—No desprecies lo bueno, es mejor en el baño que en el cuerpo de alguien más. No de nuevo.

—Aun no entiendo cómo es que siendo tan listo fuiste capaz de olvidarte de un condón, Elli, un condón, solo necesitabas menos de cinco segundos para ponértelo.

—Ya veo que no soy tan hábil como mi cuñado, eh.

—Por el amor de Dios, es una cosa seria. No evadas el tema.

La chica de mis pesadillas [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora