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MELLIZOS PRESCOTT

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—¿Te gusta este? —me preguntó mi hermano mientras sostenía a una Lilia demasiado entusiasta corriendo por el lugar vacío.

Observé el departamento que estaba ante mis ojos, tenía una buena ubicación, y parecía que las paredes estaban diseñadas para que en un futuro yo pudiera pintarlas del color que yo quisiera. También era amplio y tenía una buena vista hacia el pequeño barrio donde se ubicaba. Me gustaba.

—Dime que sí te gusta, Elliot, porque ya llevamos cinco departamentos con este.

—Sabes que no es para mí —le dije, mirándolo con enfado—. Quiero que Anna se sienta cómoda en el.

—Estoy seguro de que a Anna le gustará el departamento, solo que tú eres el que le busca un pero a cada lugar que hemos visitado.

—Solo quiero que se amolde a las necesidades de mis hijos y de ella.

—Bueno, me alegra que seas consciente de que no entras en el paquete familiar.

—Idiota —gruñí.

—¿Qué? —preguntó con simpleza—. La chica es lista e independiente, ella está siendo muy madura al no quererte cerca de ella sentimentalmente.

—Anna dice que no es sano para nosotros estar en una relación por ahora.

—Y la comprendo, Elliot, créeme que cuando lastimas a una mujer es muy duro volver a recuperar la confianza. Si ustedes solo estaban jugando, está bien, pero la rechazaste de una manera cruel cuando te confesó que te quería.

Hago una mueca porque tiene razón.

—No estaba abierto en ese momento —le dije—. Pero espero que en algún momento ella pueda perdonarme y...

—Vamos, Elliot, sabes eso no va a suceder. Por más que quieras Anna tiene razón y es más sencillo para los dos, porque si en un futuro no funciona, no serán ustedes los heridos, serán sus hijos.

Maldito bastardo. Odiaba que me ganara en los debates de quien tiene la razón.

Salimos del lugar, y cuando estuvimos en el auto, con Lili muy segura, él condujo por la ciudad.

—Pueden quedarse en el departamento de Josette, digo, ella lo tiene aún, pero estaba pensando en venderlo. Anna estaba muy cómoda ahí y sinceramente me agrada, es muy amplio y tiene una buena ubicación.

Miré de reojo a mi hermano y sonreí.

—No planeo que mis hijos vivan bajo el mismo techo donde mi hermano ha cogido muchas veces.

—Hijo de puta. —Se rio y Lili también soltó una risa siguiendo a su padre.


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Las siguientes semanas Anna se la pasó muy extraña, estaba ida, como que su mente no estaba en este planeta y lo único coherente que hacía era alimentarse por los bebés, la mayoría de las veces ella se la pasaba en el patio trasero, caminaba ahí, se sentaba y miraba a un punto fijo como si estuviera pensando en cosas que realmente quisiera saber.

Hoy, era uno de esos días en los que ella estaba más rara que nunca. Anna no era de muchas palabras, pero estaba preocupado porque sentía que me estaba evitando.

La chica de mis pesadillas [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora