07.

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TRATO HECHO

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Guiándola por el jardín de la casa, caminamos después hasta donde había dejado mi coche, ella estaba un poco tensa por mi cercanía, pero desde hacía tiempo que la miraba por los pasillos de la universidad y lo único en lo que pensaba era en lo que podía hacerle de nuevo.

No tenía ni idea de cómo su inocencia me había contagiado, porque lo único que podía pensar era en el hecho de mostrarle todo lo bueno del sexo, mostrarle las técnicas, y después de eso saber que no seríamos nada.

Estaba pensando como un completo idiota, pero sabía que la inocencia de Anna solo era peligro para alguien como yo.

Una vez dentro de mi auto ella se giró a mirarme.

—¿Qué quieres?

El sonido de su voz estaba a punto de hacerme explotar, su voz tan dulce y frágil, aun no entendía cómo alguien en la universidad pudiera ser como ella. Inocente y dulce, virgen y entregada.

—Me disculpo por lo que pasó.

—Te recuerdo que te disculpaste hace más de un mes, y después de eso nos tratamos como dos desconocidos —dijo.

—Lo sé, y me disculpo por eso.

—Muchas gracias.

Después de eso no dijo nada, era increíble conocer a una chica así, no había ni rastro de rencor en su voz, sus ojos grises estaban brillando, pero no me daban ninguna pista de lo que ella podía sentir.

—No te puedo prometer altas expectativas sobre mí —dije—, tampoco puedo prometer una relación porque no soy un hombre para eso, pero déjame ser tu amigo.

Ella elevó ambas cejas.

—¿Podemos ser amigos después de...?

Asentí.

—Claro que podemos, la mitad de los del campus tienen sexo con la otra mitad del campus, sin embargo, siguen siendo amigos.

Su respiración subía y bajaba, como si en verdad estuviera pensando en la posibilidad de ser amigos.

—No quiero ser la amiga a la que ignoras —me dijo, parecía segura de decirlo—. No quiero que actuemos como dos desconocidos solo porque a ti te gana la culpa o te avergüenza que te vean conmigo. Solo seamos amigos.

Sonreí de medio lado escucharla porque eso me demostraba que era una persona segura, no todo el tiempo era una persona tímida como me lo hizo creer al principio. Sabía de sobra que también era de las que se arriesga.

—¿Es un trato entonces?

—Trato hecho.

Esperaba que después de esto mis intenciones con ella fueran claras, ambos sabíamos que ninguno de los dos estaba dispuesto a perder con el otro, sin embargo, tampoco quería compartir a Anna, la exclusividad que podíamos llegar a tener era de sobra que la podía respetar.

Ella no solo estaba aceptando ser mi amiga, también estaba aceptando que le enseñara, que le mostrara todo lo que ocurría en el sexo.

Después de todo lo que ambos esperábamos de esto solo era satisfacer necesidades, Anna también había estado en este juego solo porque quería perder la virginidad con alguien.

—¿Cómo funciona eso sin involucrar sentimientos? —preguntó.

—Solo tienes que ser abierta de mente y ser consciente de lo que uno quiere del otro, en este caso, ambos sabemos qué es lo que no queremos.

La chica de mis pesadillas [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora