36.

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GERARD BAKER

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Lo puedo sentir, como el corazón me late con fuerza, las manos comienzan a sudarme y ella lo nota porque trata de separarse. Se que el momento no es el adecuado, mucho menos el lugar ni las personas que no rodean, pero quisiera atraerla mucho más a mí para decirlo lo mucho que la deseo en ese momento.

Sus ojos, grises, como una manta borrosa de los recuerdos que tenemos me hacen ver mi reflejo y sé que no estoy disimulando mis deseos por ella. Percibo que lo nota, y no me molesto tampoco en ocultarlo.

Solo Dios sabe lo mucho que quiero poner su mechón de cabello suelto detrás de la oreja, apoyar mi mano en su cuello para atraerla y besarla. ¡Mierda! Anhelo hacerlo y si fuese el mismo de antes lo habría hecho sin importarlo lo que dijeran los demás.

Siento en mi espalda las miradas de las personas y creo que entienden que esto se está volviendo incómodo porque a lo lejos veo la mirada penetrante de una de mis tías, la madre de Liam, juzgando el acto y preguntándose si los sentimientos de Anna por su hijo son realmente sinceros. Yo espero que no, así tengo la ligera esperanza de que Annalise algún día podrá amarme de nuevo y dejará todo el pasado atrás para comenzar de cero.

—Solo un idiota deja sola a una mujer como tú esta noche —murmuré. Conocía la canción y tenía mucho miedo de que acabara, así, solo así esta burbuja se rompería y acabaría con el privilegio de haberla tenido cerca de mí.

—Liam tuvo una oportunidad, sé que es importante para él impartir conferencias, lo merecía y no me molestó que se fuera.

—Es... una gran oportunidad. Claro, en mejor momento no pudo tener esta oportunidad.

Es como una oportunidad para todos, en realidad.

—Sé que él sigue sin agradarte del todo, Elliot, y está bien, pero...

—No me desagrada mi primo, solo... bueno, es un gran paso tolerarlo ¿no?

Ella rodó los ojos.

—No entiendo por qué no le das una oportunidad, lo que sea que ustedes hayan pasado antes puede quedar atrás y...

—No, Anna, sabes que eso no es posible.

Lo hice, lo que tanto deseaba hacer, lo hice posible. Solté su mano y deposité su mechón detrás de la oreja y ella se congeló ante la acción, tanto que la sentí levantar su pecho por la respiración que contuvo.

Claro que lo la obligaría a amarme, quería que lo hiciera, que me eligiera. Pero no obligada, porque había hombres como yo que querían a la madre de sus hijos tanto que las obligaban. Jamás tomaría la custodia de mi hijo como arma para eso, mucho menos porque entre los corazones de nosotros no estaba Robbie, sino nuestra cordura. Robbie era el puente de paz mental que nos quedaba y sabía que era el que nos mantenía lejos para no lastimarnos y lastimarlo a él de paso.

Yo considero que eso acabó.

Ya no somos eso adolescentes que se entregaron a la locura enredándose solo para disfrutar, ahora somos adultos pensantes que pueden sentir lo que nos provoca la cercanía el uno del otro.

—Yo... —comenzó, la vi relamerse los labios y eso estaba por tumbarme al suelo de rodillas por ella—. Yo solo quiero que ustedes estén bien, por el bien de todos.

—¿El bien de todos o el tuyo?

—Sabes que, de todos, porque si estamos bien, el futuro de Robert estará bien.

La chica de mis pesadillas [COMPLETA]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon