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NINGUNA RAZÓN

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E L L I O T


En otras circunstancias de mi vida habría corrido hasta donde se encontraba Liam y le habría advertido que no lo quería ver cerca de Anna. Pero eso cambió hace un año, cuando la dejé ir, cuando por fin llegamos al cuerdo definitivo de separar la paternidad de nuestros sentimientos. No íbamos a funcionar así y antes de que pudiéramos lastimar a Robbie, decidimos que lo mejor era funcionar por separado. 

Estar en la vida de mi hijo era una de las cosas que más me alegraban, sobre todo cuando no comenzó a funcionar desde el principio y tomé las riendas de mi vida. Me quedé en casa de mis padres por un tiempo, mientras que Anna se quedaba con mi hijo la mayor parte del tiempo, así también Robbie podía disfrutar de la compañía de sus abuelos y su tía. Mi vida había tenido bastantes cambios, y aunque el asesor legal de ambos nos sugirió que si algún día comenzábamos a tener diferencias sobre el acuerdo, se lo hiciéramos saber para abrir un caso por la custodia.

Eso no era necesario, al menos no para mí. El bienestar de mi hijo estaba seguro al lado de Anna y confiaba lo suficiente en ella, tanto, que a lo largo de todo este año lo había demostrado.

Robbie soltó una carcajada cuando Lilia intentó imitar a un monstruo, uno muy tierno porque con esos ojos verdes y esas manchitas en sus mejillas que eran unas pecas demasiado lindas uno no podría temerle nunca. Estábamos en el pasto del parque, mientras jugábamos para que Robbie no se sintiera abrumado por tantas personas. Hoy celebrábamos un año de su llegada y Anna había sido toda una loca por las comprar cuando se le ocurrió que el tema sería sobre Mickey Mouse y gracias al cielo que Robbie tiró una rabieta al no dejarse esas orejas de ratón, mi hijo ahora estaría siendo un imitador Disney.

Eso nunca se lo diría a su madre, en definitiva cuando Anna quería que Robbie vistiera como algún animal o personaje, yo no diría cuán ridículo se ve nuestro hijo. Esas son cosas que inician peleas y no.

La fiesta transcurrió de forma tranquila, los invitados comieron y Alec intentó robar a Robbie unas tres veces antes de que el pequeño accediera. Emmaline estaba sentado junto a él y hacía gestos demasiados extraños para que mi hijo sonriera, pero como ya estaba tan acostumbrado a la presencia de su tía, él solo sonreía por lo ridícula que se pudiera ver su tía.

Me acerqué hasta Anna, que estaba con una bolsa de basura mientras tomaba los platos sucios. Tomé la bolsa de sus manos y asintió. Ella solo botaba toda la basura mientras yo la seguía.

—Una comida bastante agradable —solté—. Las fotos que tomó mamá de seguro salieron buenas.

—La mejor parte fue cuando Robbie sopló su velita. —La sonrisa que me regaló me dio tranquilidad. Nosotros bien pudimos dejar de lado toda la locura del amor mutuo, pero quedó algo, una pequeña chispa que en cualquier momento pudiera agotarse.

—Creo que estamos haciendo un buen trabajo con él. Estoy orgulloso de lo bien que lo has hecho en todo este año.

—No ha sido fácil.

—Lo sé.

La bolsa se llenó completamente y la dejé en uno de los contenedores grandes. Cuando estuve de regreso me topé con el abuelo, que tenía una rebanada grande de pastel.

Cuando mi abuelo salió del hospital y se recuperó, sé que le dolió que Anna dejara su casa para vivir independiente, se había encariñado con Robbie las primeras semanas y también gruñó cuando le dijimos el nombre de nuestro hijo, pues había alegado que era un nombre absurdo y se negaba, pero como el certificado de nacimiento ya estaba hecho, lo aceptó.

La chica de mis pesadillas [COMPLETA]Where stories live. Discover now