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RECUERDOS FEOS

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Traté de respirar.

Era imposible.

Una vez más.

Solo una vez más.

Cuando lo hacía, perdía el control y mi pecho explotaba lleno de miedo, sollozaba, era difícil calmarme porque alguien a quien conocía muy bien tenía a mi hijo en su poder.

Un movimiento en falso y ya no sería mamá.

Inspiré el aroma de su manta de dormir y me pregunté si él estaría bien. ¿Cómo lo estaba tratando? ¿Cómo estaría sin mí o Elliot?

Sollocé y apreté el pedazo de franela contra mí. Dejé ir el miedo que sentía, el pánico era palpable en la sala y preferí venir a su cuarto porque estaba a punto de explotar y gritar de nuevo. Quería luchar contra el temor de él, enfrentarlo y pedirle que me devolviera a mi hijo, pero tenía ese pánico hacia él que me lo impedía. Por su culpa Darien no sé salvó y ahora me quiere quitar la parte que me mantenía cuerda: mi Robert.

—Annalise —levanté la cabeza y la silueta en la oscuridad me hizo erguir la espalda—. ¿Qué más te dijo?

Mi labio inferior tembló, el recordar sus palabras me causaba escalofríos por todo el cuerpo.

—Solo me dijo que esperara el momento —murmuré—. No sé de qué momento habla.

—¿Quiere dinero? Porque sabe que podemos dárselo y me importa una mierda quedarme en la calle, solo quiero que nos lo entregue.

Negué con desesperación. Sabía que ese enfermo no solo quería dinero, esto iba mucho más allá de lo que el dinero significaba para él. Pasó más de tres años en la cárcel por el ataque hacia Robert y a mí, él quería recuperar su tiempo de encierro haciéndome sufrir.

—No creo que solo se trate de dinero, Elliot —Respiré hondo—. Cuando yo aún vivía con mamá lo podía sentir, él... lo intentó.

Elliot se puso en cuclillas frente a mí, ya estaba más calmado y aunque eso no significaba que sentía temor al igual que yo, sabía que lo intentaba, por él.

Admitir la realidad de lo que sucedió hace años solo me provocaba traer de vuelta los recuerdos feos que tengo de mi adolescencia. No fue buena después de que mi papá murió, mucho menos fue buena cuando él apareció en la vida de mamá y la sedujo a un punto de perderse a sí misma en él.

—¿Él te...? —Sentí ganas de lanzar todo lo que había comido en días porque el simple hecho de recordarlo me provocaba asco.

Tenía que admitirlo, aun sentía vergüenza por lo que él representaba en mi vida, aun cuando no tenía excusa para callarlo, sabía que había un miedo dentro de mí que me prohibía decirlo en voz alta. Pero Elliot sería el primero en saberlo, tenía que saberlo.

—Es un secreto que siempre me juré guardar por sentir vergüenza, por no huir cuando debí hacerlo. Mamá lo adoraba y sabía que no me iba a creer si se lo contaba.

—Anna...

—Nunca completó su objetivo —terminé por decir—. Me gradué y hui de casa antes de que sucediera. Yo... tenía este miedo de que me encontraría, de que lo cumpliría y entonces...preferí que alguien más hiciera el trabajo.

Él ladeó la cabeza y soltó mis manos, sentí dolor. Mi labio tembló y se me volvieron a llenar los ojos de lágrimas. Me lamí el labio inferior y esta vez fui yo quien lo tomó de las manos.

La chica de mis pesadillas [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora