11.

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ALGÚN DÍA

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Cometí el pequeño error de confesarle a mi hermana que sería papá, como era de esperarse no lo tomó de la mejor manera, después de toda Emma era la defensora de la vida y las responsabilidades.

Pero qué podía hacer, de todas formas, tenía que ver la manera de salir adelante.

Busqué por todos lados a Anna, hoy estaba resignado a que iba a pasar mi ultimo día en la universidad antes de tomar un vuelo para Chicago. La encontré un poco ocupada, sosteniendo una serie de hojas en sus manos y con el ceño ligeramente fruncido, estaba tan concentrada leyendo una de las hojas que no quise llegar tan repentinamente a ella, podía asustarla.

La observé unos segundos, hasta que finalmente terminó de leer, ella levanto la vista hacia su camino y me acerqué a paso apresurado a ella.

—Hey, Anna —traté de sonar menos tenso que la última vez. Acepto que fui demasiado rudo con ella, como si en sus manos hubiera estado la decisión de este embarazo.

Hizo una mueca con sus labios, y negó lentamente. Buena señal para querer evitarme.

—Tenemos que hablar —le dije—. Soy consciente que la última vez te grité y quería disculparme por eso.

Elevó sus cejas con sorpresa.

—Técnicamente entendí el mensaje, no quieres este bebé.

Volteé a los alrededores, esperando que nadie haya escuchado su declaración, no es como si en un momento la gente me fuera a ver en el supermercado con un bebé y negarlo, soy consciente de eso también. Había pensado la posibilidad, y terminé entendiendo que no la quería ella, pero tampoco quería terminar como un mal hombre que la abandoné en esto.

—Quiero al bebé —confesé—. Vamos a tenerlo, y seremos responsables de lo que conlleva todo este asunto.

—¿Y Chicago?

Rasqué la parte trasera de mi cabeza, un poco preocupado de la reacción que ella pudiera tener.

—Creo que lo mejor es que lo hablemos en otro lado, ¿quieres comer algo? Podemos ordenar algo y pasar a un lugar tranquilo, son muchos puntos los que tenemos que aclarar.

Cuando aceptó, caminamos no muy lejos por mi auto, ella guardó todas las hojas en su bolso y me dijo que tenía que regresar antes del anochecer a su habitación. Asentí y le aseguré que así sería.

Una vez con la comida en el auto, conduje hasta un parque lejos de la ciudad, por lo regular en horas de clases no hay nadie en los parques, y nos sentamos en una de las mesas con tejaban, ella abrió su comida en silencio.

—No es fácil adaptarme a la idea —comencé—. Pero lo hablé con alguien y si no vamos a estar juntos en una vida amorosa al menso vamos a estar juntos para hacer este trabajo bien.

»No voy a salir de esto, Anna, no estoy corriendo a Chicago porque seré papá, lo haré porque será lo mejor para ese bebé.

—¿Te irás entonces?

Solo asentí, y ella negó con la cabeza, como si estuviera desesperada con todo esto.

—No puedo continuar en las residencias embarazada —soltó.

—Lo sé, y lo he pensado, demasiado, voy a solucionarlo antes de que alguien note que estás embarazada. Nadie tiene que saberlo y te prometo que lo antes posible alquilaré algún estudio en el que puedas vivir. No los voy a dejar solos, pero trabajar y estudiar en Chicago me abre demasiadas posibilidades.

La chica de mis pesadillas [COMPLETA]Where stories live. Discover now