25.

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MOMENTO PERFECTO

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Carraspeé cuando me asomé hacia la habitación de Robbie y encontré a Anna cambiando su pañal, ella hacía una mueca y la entendía perfectamente porque desde que el pequeño comenzó a comer sólidos... no era un buen tiempo cambiar los pañales. Me adentré a la habitación mientras ella terminaba de pegar el pañal, me sonrió y me entregó a un Robert muy limpio.

Las patadas que Robbie daba siempre que estaba en el aire se volvían cada vez más fuertes. Annalise había tomado como costumbre poner una toalla limpia sobre la alfombra que me obligó a remplazar y ahí se encargaba de limpiar todos los pañales sucios que Robbie pudiera entregarnos. Ni siquiera sabía por qué seguía conservando la mesa especial para hacerlo, pero no le preguntaría por ello, me daba un poco de miedo. Desde que comenzó a leer más sobre bebés ella terminó por adoptar algunas costumbres extrañas.

Entonces recordaba que ella no tenía ninguna guía, una instructora. Su madre había dado su última palabra, ella estaba del lado de Xavier, cosa que no me sorprendía, la mujer parecía amar y venerar más a un hombre que a su propia hija. Así Anna comenzó a leer libros sobre la maternidad, también comenzó a preguntarle ciertas cosas a mi madre, incluso habíamos ido a uno de esos grupos de apoyo para padres primerizos, en donde me hicieron aprender nuevas canciones ridículas para cantarle a Robert, asegurando que eso ayudaría a estimular su cerebro. Yo me inclinaba más a Mozart para bebés, me gustaba más, incluso Mozart para bebés me había ayudado a estudiar para un examen que aprobé sin ningún problema. Podía pasar horas con mi computadora, terminando mi tesis y Robert así estimulaba su cerebro más.

—¿Has visto a Ian? —preguntó ella. Parecía un poco nerviosa.

—Hace unos días, cuando pasé la tarde con Robert estuvo conmigo.

Ella asintió y levantó a nuestro hijo. Él ya podía sostenerse por sí solo, aunque algunas veces caía ya había aprendido a como levantarse.

—¿Pasó algo con Heather? —Atreverme a preguntar por su amiga era un riesgo grande, puesto que ella y yo después de enterarnos de lo sucedido estábamos dispuestos a fingir que no pasó, aunque la alfombra me hubiera costado mucho más cara de lo que imaginaba.

Anna suspiró.

—Sé que ella no quiere decirme sus problemas porque cree que ya tengo muchos, y tal vez sí permanezca ocupada la mayor parte del tiempo, pero estoy aquí para escucharla. Desde que dejó a Ian se comporta extraño, como si estar conmigo por más de cinco minutos la molestara y eso me hace sentir una mala amiga.

—Anna, no tienes nada de qué preocuparte, no has sido una mala amiga y he visto como la quieres. Sé que han sido momentos difíciles para ambas, también para Ian y para mí. Pero no tienes que sentirte insegura por esto, estoy bastante seguro que sea lo que le pase a ella un día vendrá a decírtelo.

Sonrió de medio lado y me miró con ternura de regreso, sus ojos grises nunca dejaban de cautivarme.

—Ojalá todo fuera tan sencillo como eso.

—Lo es. Lo que sucede es que eres de las personas que le da demasiadas vueltas a las cosas.

Esta vez se rio.

—Bueno... yo creo que trato de ser precavida.

—Debes ser más arriesgada,

—No hablemos de riesgos, que la primera vez intenté ser arriesgada perdí mi virginidad en la parte trasera de tu auto.

Fruncí el ceño, esperando que eso fuera un reproche, lo curioso de todo es que no lo era. Anna tenía un humor negro, porque comenzó a reír, y no fuera una risa leve, al ver mi cara supongo que le provocó una carcajada. Robbie comenzó a seguir su risa y los tres juntos comenzamos a reír.

La chica de mis pesadillas [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora