Capítulo 29

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Habiendo cumplido de  manera íntegra con todos sus deberes, la reina  Tuya le cedió el mandato  del harem a Nefertari y se retiró de su cargo  como Gran Esposa Real

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Habiendo cumplido de manera íntegra con todos sus deberes, la reina Tuya le cedió el mandato del harem a Nefertari y se retiró de su cargo como Gran Esposa Real. En las dos semanas en que se ultimaron los detalles de la segunda boda de Ramsés, Tuya le había enseñado a la nueva reina las pautas para conservar el orden del harem: era muy importante mantenerlo funcionando de la misma manera en que venía haciéndolo por décadas, o de lo contrario podría alterarse el "equilibrio cósmico" del que tanto se hablaba y que ya había abarcado hasta los temas más triviales con la excusa de no molestar a los dioses; en especial a 'Horus vivo'.

Una vez que Tuya terminó de trasmitir todos sus conocimientos, expresó su deseo de tomarse unas vacaciones fuera del palacio por dos razones: la primera, porque no había tenido ninguna oportunidad de salir de la capital desde que había asumido su rol de reina en la juventud, y las contadas ocasiones en que lo hizo junto al faraón Seti fueron netamente para atender temas políticos; y la segunda, porque vio conveniente alejar a Henutmire de los recuerdos que la atormentaban. De modo que informó a Ramsés sobre su decisión de viajar a Kom Ombo por varios días, sin programar una fecha específica para su regreso, y el faraón lo aprobó considerando que tanto su madre como su hermana merecían un descanso. Puso a su disposición el mejor barco de la flota junto a un grupo de sirvientes y soldados, y el viaje se programó para las dos semanas siguientes.

Al comienzo, la princesa Henutmire se mostró en desacuerdo con la propuesta de su madre, pero luego reconoció que cada rincón del palacio le recordaba su desgracia y aceptó salir de allí por un buen tiempo. Ya había hablado además con Miriam sobre lo ocurrido con Hur, pues la culpa la había atormentado desde la partida del joyero. Una semana antes, cuando ambas se reunieron, la princesa le pidió una sentida disculpa a la hebrea y le explicó que nunca había querido interponerse entre ella y Hur, por lo cual esperaba que no le guardara resentimiento. Sorprendida por la nobleza de Henutmire, Miriam aceptó la disculpa y sostuvo con ella una conversación que terminó tranquilamente y sin resquemores. De todas formas, sabía que la princesa no tenía culpa de ser amada por Hur, y aunque hubiera querido odiarla, no pudo sentir más que una triste envidia por ella y por el amor que el joyero le tenía.

Cuando la princesa terminó de empacar para su viaje a Kom Ombo, les pidió a sus siervas que la acompañaran a dar un paseo por el mercado, y allí se reunió discretamente con Hur. No era la primera vez que la princesa veía al joyero después de su salida del palacio: esta era la cuarta, y era ella quien había tomado la iniciativa de buscarlo, movida por el sentimiento de amistad que tenía por él. Siempre hablaban a la vista y oídos de las siervas, porque la princesa no quería seguir alimentando los rumores de una relación clandestina, pero sí de una amistad pura y sin misterios. El día en que empacó, Henutmire llegó al mercado presurosa y caminó junto al joyero hasta un espacio poco transitado, donde le contó que se iría de viaje.

Verte estos días me ha reconfortado mucho, Hur. Pero estar en el palacio me agobia demasiado. No paro de recordar todo lo que me ha sucedido. Mi madre tuvo la idea de salir de la capital para despejarnos un poco, y creo que es una buena opción.

Libi ShelekhaWhere stories live. Discover now